Exesposa desechada: Renaciendo de las cenizas - Capítulo 112
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Capítulo 112:
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«Pero estudié todos los aspectos del negocio. Y por las noches, aprendí por mi cuenta programación, finanzas y estrategia empresarial».
Camille intentó imaginarse a Alexander, ahora uno de los hombres más ricos del mundo, viviendo en ese edificio corriente y trabajando en un muelle de carga.
«Y entonces ocurrió el segundo accidente», continuó Alexander, cambiando de expresión. «El que nos hizo cruzar nuestros caminos por primera vez».
Metió la mano en el bolsillo y sacó algo pequeño y plateado. Cuando abrió la palma de la mano, Camille vio el delicado colgante de rosa en una cadena fina, el que ella le había regalado años atrás, el que él le había devuelto la noche en que mencionó por primera vez su conexión.
«¿Lo has guardado todo este tiempo?», preguntó ella, aunque ya sabía la respuesta.
«Era mi talismán», dijo Alexander en voz baja. «Cuando las cosas se ponían difíciles… y se pusieron muchas veces, lo sostenía y recordaba que alguien había visto valor en mí cuando yo no podía verlo».
Arrancó el coche de nuevo y condujo unas cuantas manzanas hasta un elegante edificio de oficinas con el nombre «Pierce Technologies» estampado en el lateral.
«Aquí creé mi primera empresa. Desarrollé un software de logística de envíos que revolucionó el sector. A los veintitrés años era multimillonario. A los veintiséis, billonario». Su voz seguía siendo natural, sin alardear. «Y cuando alcancé el billón hace tres años, ¿adivinas quién quiso volver a ponerse en contacto conmigo de repente?».
«Tu familia», dijo Camille.
«Mis padres, sí. Thomas ya había fallecido para entonces, irónicamente en otro accidente de coche, esta vez sin nadie a quien culpar más que a él mismo». Una sombra cruzó el rostro de Alexander. «Primero se pusieron en contacto a través de abogados. Luego, directamente. Querían «sanar la brecha familiar», dijeron».
—¿Qué hiciste? —preguntó Camille.
—Los corté por completo. Les dije sin rodeos que no tenían ningún hijo, al igual que yo no tenía padres. —Su voz era firme, pero Camille podía percibir el viejo dolor detrás de sus palabras—. La familia no es solo lazos de sangre, Camille. Es cómo te tratan las personas cuando no tienes nada que ofrecerles.
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Las palabras resonaron profundamente en ella, pensando en lo fácil que había sido para sus padres ponerse del lado de Rose, lo rápido que Stefan la había traicionado.
—Llevaba mucho tiempo queriendo contarte todo esto —dijo Alexander, volviéndose hacia ella—. Desde el momento en que te reconocí en esa gala benéfica, he querido explicártelo todo. Pero tenía miedo.
—¿Miedo de qué? —preguntó Camille en voz baja.
«Que pensaras que estaba utilizando nuestra conexión pasada para manipularte. Para acercarme a ti». Sus ojos se clavaron en los de ella, mostrando una vulnerabilidad que quizá era la primera vez que veía desde que lo conocía. «Quería ganarme tu confianza por mis propios méritos, no por algo que ocurrió hace años».
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