Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey - Capítulo 898
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Capítulo 898:
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«Solo tú».
«Fóllame», jadeó ella.
«Así es», la elogió él, mordisqueándole la mandíbula. «Así es como se hace».
«Fóllame, Daemon».
«Tu coño, preciosa Riel», gruñó él. «Dilo».
«Fóllame el coño». Envalentonada, se arqueó contra él, con la voz temblorosa pero feroz. «Dame la polla que me pertenece».
Dioses, sí. Ella lo era todo: tímida y atrevida, temblorosa pero exigente. Y era suya.
—Como manda mi Gran Reina. —Con un movimiento fluido, la levantó, se alineó y la bajó sobre su polla.
Ella lo acogió perfectamente, y su calor abrasador le arrancó un gemido del pecho.
«Dioses…». Su frente cayó sobre el hombro de ella, y su voz se quebró. «Malditos dioses».
Al principio, se movió lentamente, saboreando el deslizamiento, la forma en que su respiración se entrecortaba con cada centímetro. Sus caderas se adaptaban a sus embestidas, su ritmo sincronizado, impecable.
—Así es mi chica —murmuró, besándole el cuello—. Ahora baja los escudos. Quiero sentirte a través de nuestro vínculo.
Daemonikai gruñó con fuerza. «Joder». Se preparó, pero, como siempre, la fuerza de sus sentimientos le hizo perder el equilibrio.
Se mantuvo erguido, negándose a dejar que ella cayera en la sobrecarga todavía. Se detuvo, se puso de pie y la levantó con él. La presionó contra la pared más cercana y la penetró con fuerza bruta. Cada embestida la golpeaba, levantándola más y más.
Sus gritos se convirtieron en fragmentos de «ooh» y «aah» mientras él la hacía rebotar sobre su polla.
—No te muerdas el labio, dulce Riel —le gruñó al oído—. Nuestras habitaciones están fortificadas. Grita para mí.
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«Voy a…».
—Corre.
Ella se derrumbó, gritando su nombre mientras el clímax los atravesaba a ambos. Su placer se apoderó de su polla, sus paredes palpitaban, y cuando llegó su segunda ola, provocada por su propia liberación, él la llevó con él mientras ella siseaba y gemía, retorciéndose en sus brazos. La abrazó con fuerza, incluso al final, cuando sus huesos se derritieron como agua.
Saciado, enredado en la cama, siguió el contorno de su columna mientras ella dormía.
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