Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey - Capítulo 868
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Capítulo 868:
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Recordó que hacía unas semanas estaba trabajando en el estudio con Emeriel cuando llegó la carta. Al principio, había pedido que la tiraran.
«Ha enviado tres pájaros, mi amor», le había susurrado Emeriel. «No es un mensaje habitual. Al menos veamos el contexto antes de quemarlo».
Así que la abrió. Y al leerla, lo descubrió todo. La magnitud de los pecados pasados de Zaiper. La aterradora complejidad de sus planes actuales. Había sido exasperante.
Pero también le había dado una ventaja.
Todo gracias a su estrella radiante, que le había instado a invocar su favor ante los hombres lobo, incluso cuando él se había resistido obstinadamente. Tranquila y racional, le había mostrado la sabiduría que había en ello, dirigiendo su mirada hacia la esperanza, hacia las brillantes posibilidades de su ayuda en una noche como esta. Y ahora, se alegraba de haberla escuchado. Se alegraba de haber hecho la llamada.
—Hola, anciano —la voz de Vladya llegó desde detrás de él.
Daemonikai se volvió. Al verlo, arqueó una ceja. —¿Recuerdas que no debías luchar esta noche?
Vladya resopló, con la túnica salpicada de sangre y una amplia sonrisa en el rostro. —Lo dice el hombre que se ha pasado la noche cazando.
Daemonikai soltó una risa suave.
—He visto a nuestro nuevo prisionero —dijo Vladya—. Debo decir que la noche está resultando muy agradable.
—Así es —asintió Daemonikai, entrelazando las manos a la espalda mientras caminaban uno al lado del otro—. ¿Cómo van las cosas con los chupasangres?
—No llegaron a los salones interiores. Nuestra gente está a salvo. Bueno… —Levantó la vista al cielo—. Sobre todo gracias a los hombres lobo. Aniquilaron a los vampiros antes de que la mitad de ellos supieran siquiera qué les había golpeado. El resto huyó.
Daemonikai lo miró de reojo. —Estás muy animado para ser un Urekai cruzando la luna eclipsada.
Vladya se rió. —Están pasando cosas buenas, amigo mío. Ayer superé mi tercer ritual. Esta noche hemos capturado a Zaiper. Le he arrancado los colmillos a unas cuantas sanguijuelas. ¿Qué más se puede pedir?
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Unos pasos apresurados llegaron hasta Daemonikai antes de que la figura apareciera a la vista: una joven que corría hacia ellos.
La esclava familiar se inclinó con los ojos muy abiertos. —Alteza… Majestades —dijo sin aliento.
Daemonikai se quedó inmóvil mientras Vladya se tensaba.
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