Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey - Capítulo 840
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Capítulo 840:
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Eso era cierto.
«Yo era una de esas personas que nunca veían los colores», dijo Vladya encogiéndose de hombros.
«La abuela de Ottai, nuestra última vidente de vínculos conocida, era venerada en todo Urai. Ella esperaba y rezaba para que algún día pudiera ver los colores por mí.
Pero nunca lo consiguió, hasta el día en que falleció». Su sonrisa tenía un toque de tristeza.
«Algunas personas simplemente tienen mala suerte. O, como yo solía pensar… están malditas».
Emeriel lo entendió, titubeando un poco.
A su lado, Daemonikai la miraba como si fuera una especie de milagro.
Una maravilla rara y sagrada. No podía entender cómo podía ser ella.
«Pero… ¿por qué yo?», preguntó en voz alta.
«Solo soy… Emeriel».
«Nunca has sido solo nada», resopló Vladya.
«Fuiste creada para el Gran Rey de los Urekai. Tocada por los dioses en el útero. Nunca has sido una persona corriente».
Emeriel sintió un nudo en la garganta.
«¿Sabes lo que esto significa?», preguntó Daemonikai, pasándose una mano por el pelo, visiblemente abrumado.
«Nuestro pueblo se regocijará. Hay esperanza de nuevo para aquellos que temen el ritual de unión por el riesgo de fracasar».
«Tú eres la clave para guiarlos».
«Aún no puedo creer que esto esté pasando», dijo Vladya, sacudiendo la cabeza y mirándola con nuevos ojos.
Cuanto más lo procesaba, más comenzaba a sentir una lenta y poderosa ola de alegría.
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—Manzanilla para la cabeza —murmuró la señora Livia, cortando la exuberante planta y colocándola en la cesta que Emeriel llevaba mientras caminaban por el bosque.
«Consuelda para las heridas, valeriana para dormir».
Emeriel sintió una oleada de alivio al darse cuenta de lo que estaba pasando.
Su visión no estaba fallando; no era un síntoma extraño del embarazo. Era algo bueno.
Algo increíble.
La idea de poder ayudar a las personas a encontrar a su verdadera pareja a través de la unión en el futuro la llenó de humildad.
Saber que nadie tendría que soportar jamás el sufrimiento que había experimentado Lord Vladya, ni convertirse en lo que él había sido, moldeado por la pérdida y la amargura, la llenó de una alegría indescriptible.
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