Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey - Capítulo 796
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Capítulo 796:
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Señores, amantes, amigos… incluso los plebeyos. Nadie estaba libre de sospecha ahora.
¿Podría ser… Sinaí?
¿Podría ser su propio pariente?
«Wegai, detenedlos», ordenó.
Los ojos redondos de Nora se llenaron de pánico. Ni ella ni la segunda doncella tuvieron tiempo de gritar antes de que los soldados se abalanzaran sobre ellas y las agarraran por los brazos con garras de hierro.
Daemonikai se dio media vuelta, con sus gritos siguiéndole por el pasillo.
«¡Por favor, Majestad! ¡Ten piedad!».
«¡Su Excelencia, por favor!».
No les dedicó ni una mirada, ni siquiera aminoró el paso.
Mientras los guardias arrastraban a las mujeres sollozantes al interior, Daemonikai las siguió, con las manos entrelazadas a la espalda. Los guardias las empujaron a través de las puertas de hierro y él entró detrás de ellas.
Miró a un soldado. «Traed los látigos con púas». Luego a otro.
«Llamad a los esclavistas. Quiero aceite hirviendo y chiles picantes. Ahora».
Las dos sirvientas estaban pálidas como la cera. Una ya se había mojado, y el hedor de la orina le llegaba a la nariz. Ambas se derrumbaron de rodillas, con lágrimas corriendo por sus rostros y la frente pegada al suelo.
«¡Por favor, ten piedad! ¡Te lo suplicamos, Alteza!», sollozó Nora.
—¡Su Alteza, perdone nuestras transgresiones!
«Silencio».
Daemonikai se agachó ante Nora, le tomó el mentón con la mano y le levantó el rostro bañado en lágrimas hasta que sus ojos se encontraron. Su terror era absoluto.
—Voy a hacerte una pregunta —dijo con voz suave—. Responderás. Dirás la verdad. No omitirás nada. Si tu respuesta no me satisface, me marcharé. Estos hombres cumplirán mis órdenes en mi ausencia y volveré por la mañana para preguntarte de nuevo. —Parpadeó lentamente—. Y si sigo sin estar satisfecho, serás decapitada. ¿Lo entiendes?
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La mujer temblaba tan violentamente que pensó que podría desmayarse.
—¡Sí, sí! ¡Sí, Su Excelencia! —sollozó—.
—Cuéntame todo lo que sabes sobre las conexiones de tu señora con el gran lord Zaiper. Cualquier conversación que hayas oído, cualquier sospecha que puedas tener. —Su mirada se clavó en la de ella como un clavo en la madera—. Dime si hubo algo inusual en su partida.
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