Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey - Capítulo 795
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Capítulo 795:
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«Yo también te quiero», resonaba una y otra vez en su mente.
Cuando finalmente se quedó dormida, seguía sonriendo. «Por favor, no te vayas mientras duermo».
Pensó que ya se había sumido en un sueño cuando su voz la alcanzó. «No voy a ir a ninguna parte, mi pequeño y poderoso pájaro».
AL LÍMITE Y SIN ESPERANZA, SUyo.
«TE DI ÓRDENES de avisarme en cuanto se despertara».
El gruñido del gran rey Daemonikai resonó en el pasillo mientras se cernía sobre los dos sirvientes temblorosos que esperaban fuera de la sala del consejo.
«¿Cómo que ya no está en la fortaleza?».
El sirviente se movió inquieto, retorciéndose las manos. —Yo… realmente no lo entiendo, Majestad. Yo mismo pregunté por ella y sus doncellas dijeron que había abandonado la Ciudadela.
«Tráemelas. Ahora mismo».
Salieron corriendo como si los persiguieran los demonios.
Daemonikai se volvió y entró silenciosamente en el Gran Tribunal Superior.
La reunión se prolongó, pero su mente estaba en otra parte todo el tiempo. ¿Por qué Sinai había dejado su medicación sin terminar para emprender un viaje repentino del que nadie sabía nada?
No le había dicho a nadie cuándo volvería, ni se le había ocurrido pedirle permiso a él, como su anfitrión sanguíneo, para buscar alternativas hasta su regreso. ¿Qué podía ser tan importante como para marcharse así, aún enferma y sin recuperarse del todo?
Algo en todo esto no le cuadraba.
Cuando por fin salió, las sombras del atardecer se alargaban por el suelo.
Dos mujeres estaban ahora junto a la puerta, con la cabeza gacha.
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—Su Excelencia —dijo una de ellas con voz temblorosa—. Nos ha llamado.
—¿Cómo te llamas? —preguntó él.
—N-Nora, Su Excelencia.
—Nora —repitió él, dejando que el nombre flotara en el aire—. ¿Dónde está tu señora?
—Se marchó ayer, Su Excelencia, preparando provisiones. —Nora se retorcía nerviosamente las manos entre el delantal—. Dijo que era un viaje sencillo y que volvería pronto. Ella… no se llevó mucho oro.
Su nerviosismo era palpable. Olía a engaño.
Zaiper había sido el cerebro detrás de todo. Se había aliado con…
Las últimas palabras del Oráculo aún lo inquietaban. ¿Quiénes eran los cómplices de Zaiper?
La pregunta no se le iba de la cabeza. Habían dormido a su lado, comido en su mesa. Les había dicho a todos sus conocidos que habían sido muy cercanos a Zaiper, que eran altos cargos…
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