Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey - Capítulo 787
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Capítulo 787:
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Emeriel no sabía qué le hacía sentir peor: si la facilidad con la que Amie había pasado por alto lo que acababa de ocurrir o darse cuenta de que eso no era lo peor que había soportado.
Al final, Emeriel cedió con un suspiro de derrota.
—Está bien. Vamos.
Las compras tardaron más de lo esperado y, cuando regresaron, el cielo ya había comenzado a calentarse con los tonos dorados del atardecer. No tardaría mucho en llegar lord Herod, si es que no estaba ya dentro de los muros de la fortaleza.
—¿Ha llegado el antiguo lord de la Agricultura? —preguntó a uno de los guardias apostados.
—Sí, princesa. Ha pasado hace poco, de camino a la Corte de Honor.
Emeriel aceleró el paso, con Amie justo detrás, con la esperanza de alcanzarlo antes de que entrara en la gran sala. Se apresuró por el pasillo oeste hacia el gran salón. Al doblar la última esquina, lo vio, envuelto en su traje formal, caminando hacia las puertas de la corte.
—¡Lord Herod! —lo llamó.
Él se volvió al oír su voz y sonrió, levantando una mano en señal de saludo.
—¡Mi joven amiga!
Ella le devolvió la sonrisa, dio un paso adelante y se detuvo.
Los extraños colores habían vuelto. Solo que esta vez… flotaban a su lado.
Se oyó una brusca inhalación detrás de ella. Emeriel se volvió.
Amie estaba rígida, con los ojos muy abiertos, clavados en lord Herod.
El mismo remolino imposible de tonos indescriptibles brillaba a su alrededor: cinco colores distintos que se retorcían y se fusionaban en el aire. La misma mezcla rodeaba a ambos.
Emeriel parpadeó. Miró entre ellos y luego volvió a mirar. Algo pesado y cargado estaba sucediendo allí. Lord Herod miraba a Amie, curioso y paralizado. Y Amie tampoco parecía poder apartar la mirada.
La voz de Emeriel era tranquila.
—Amie… ¿estás bien?
La niña se sobresaltó, recuperando la compostura, con las mejillas sonrojadas.
—S-sí, princesa.
Lord Herod acortó la distancia y finalmente apartó la mirada de Amie para mirar a Emeriel. Su cálida sonrisa regresó mientras la abrazaba.
—Aquí está mi querida amiga. ¿Cómo estás hoy?
—Estoy bien —Emeriel le devolvió el abrazo antes de separarse.
—Me alegro de verte en la Ciudadela. Has tomado la decisión correcta.
Lord Herod asintió.
—Gracias, princesa. —Su mirada se posó en el vientre de ella—.
¿Cómo está el pequeño?
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