Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey - Capítulo 730
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 730:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Mira esto». Sonrió ampliamente, mostrando los dientes.
Daemonikai lo miró con indiferencia.
«Es inquietante. No hagas eso».
Pero Vladya mantuvo su sonrisa lobuna incluso cuando doblaron una esquina.
«Tienes un aspecto extraño, deja de hacer eso».
Vladya chasqueó la lengua.
«No eres más que un viejo gruñón, Su Excelencia».
«Ottai nos supera a los dos. La gente lo llama «el sol entre los gobernantes». Lo consideran el más accesible de todos nosotros».
«Simplemente estás resentido», replicó Vladya.
«Soy perfectamente accesible».
«No estoy seguro de aprobar el trabajo que Aekeira ha hecho contigo». Daemonikai le lanzó una mirada escéptica.
«¿Dónde está el Vladya malhumorado? ¿El cuervo enfadado y amargado?».
La risa de Vladya resonó en el pasillo vacío.
Era agradable oírlo reír así, pero aún le parecía surrealista. Vladya seguía riéndose cuando se abrieron las grandes puertas ante ellos. Incluso los altos señores mostraban sorpresa en sus rostros al verlo.
Era el Festival de la Luna. Esa noche, harían ofrendas a la media luna, buscando su favor para que bendijera las lunas llenas venideras y fortaleciera a su especie.
Todos los clanes estaban presentes: los jefes del este, el oeste, el norte y el sur, unidos bajo un mismo techo. Uno de los salones más grandes de Ravenshadow estaba lleno hasta los topes.
El sanador estaba nervioso y torpe. También estaba poniendo a prueba la paciencia de Zaiper más allá de lo soportable.
—Dime el veredicto —espetó el gran lord Zaiper desde la puerta, con Razarr a su lado, mirando con ira al hombre tembloroso que tenía delante.
—No está… n-no está embarazada, Alteza —tartamudeó el sanador, con el rostro pálido por el miedo.
Zaiper estaba tan enfadado que se abalanzó hacia el sanador.
—¡O quizá eres tú quien no sabe lo que está haciendo! —rugió, sacando las garras.
—Te haré pedazos con mis propias manos.
Razarr se movió al instante, bloqueándole el paso.
—Tranquilo, Alteza. Recuerde que todavía lo necesita.
Zaiper golpeó con fuerza a Razarr en la cara, y el sonido resonó como un latigazo en la cabaña subterránea.
—¿Cómo te atreves a interponerte en mi camino? —siseó.
Razarr no se inmutó, con la sangre brotando de la mejilla donde las garras de Zaiper le habían arañado. Zaiper lo miró fijamente durante un largo y tenso momento. Respiró hondo, lo que no sirvió para calmarlo, y dio un paso atrás.
—Realmente no están embarazadas, Alteza. Lo he comprobado minuciosamente —repitió el sanador con voz temblorosa. El hedor acre de la orina impregnaba el aire.
—¡Ninguna de esas mujeres asquerosas e inútiles lleva a mi heredero! —gruñó Zaiper, volviéndose hacia la pared más cercana y clavando el puño en la madera. El primer golpe agrietó el yeso. El segundo fue más profundo y astilló la madera. Golpeó una y otra vez, hasta que se le abrieron los nudillos y el polvo de piedra voló por los aires. El rugido se hizo más fuerte en su garganta.
—¡Por qué nada sale como yo quiero!
Tras su arrebato, se hizo un silencio sepulcral. Se quedó allí de pie, con el pecho agitado y las garras chorreando sangre. Finalmente, se dio la vuelta y salió pisando fuerte hacia el bosque.
Los pocos soldados que le acompañaban lo rodearon inmediatamente.
Kady se acercó corriendo y se arrodilló.
—¡Alteza! Los espías que hemos enviado han avistado al Oráculo.
.
.
.