Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1292
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1292:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Catherine no respondió, pero sus ojos delataron un destello de preocupación.
—No te preocupes demasiado, Catherine, de verdad. Vamos, tómate otra copa conmigo —dijo Gillian, levantando de nuevo su copa.
Catherine se volvió hacia ella, con voz firme. —Gillian, ¿cuánto tiempo llevamos siendo amigas?
Gillian parpadeó, claramente sin esperar que Catherine le hiciera esa pregunta de repente.
Después de un momento, respondió: «Años, ¿verdad? Desde nuestro primer año. Es una locura cómo pasa el tiempo».
Catherine asintió lentamente. «Sí. Cuando entramos en la universidad, nos pusieron en la misma residencia. Luego las dos nos quedamos para hacer el posgrado, siempre juntas. En la universidad, probablemente eres la persona con la que tengo más confianza».
La sonrisa de Gillian se desvaneció por un instante al oír las palabras de Catherine.
Pasaron dos segundos antes de que Gillian volviera a sonreír. —¿Por qué te obsesionas con eso? —dijo—. ¡Siempre hemos sido inseparables! Vamos, brindemos por una amistad que ha resistido el paso del tiempo. —Y, diciendo esto, levantó su copa una vez más.
Catherine hizo lo mismo y sus copas chocaron con un suave tintineo.
La velada continuó con risas y una conversación fluida.
A mitad de la charla, Gillian se inclinó y dijo con naturalidad: «Catherine, acompáñame al baño».
Catherine se detuvo, la miró un momento y luego asintió. «De acuerdo».
«Vamos». Gillian le tomó la mano con delicadeza y las dos salieron juntas de la sala privada, dirigiéndose hacia el baño. Cuando Catherine salió de su cubículo, vio que Gillian aún no había salido. «Gillian, ¿has terminado?», preguntó.
«Casi», respondió Gillian.
«Vale». Catherine no insistió. Se acercó al lavabo, abrió el grifo y se lavó las manos.
En ese momento, alguien le tapó la boca y la nariz con un paño.
Catherine jadeó e instintivamente intentó apartarse mientras el pánico se apoderaba de su cuerpo. El fuerte olor a productos químicos la abrumó. La cabeza comenzó a darle vueltas y, en cuestión de segundos, su resistencia se debilitó.
En el espejo que tenía delante, justo antes de perder el conocimiento, Catherine vio el reflejo de la culpable.
Era Gillian.
Un destello de dolor cruzó los ojos de Catherine. Quería hablar, preguntar por qué, pero no le quedaban fuerzas y rápidamente se desmayó.
Gillian la cogió al desmayarse, deslizando un brazo alrededor de su cintura para sostener su peso. Una sonrisa fría y triunfante se dibujó en sus labios.
Con facilidad adquirida con la práctica, sacó a Catherine de allí.
Gracias a los años de trabajo que había realizado anteriormente, Gillian poseía una fuerza que la mayoría no esperaría.
No le costó mucho esfuerzo llevar a Catherine, que estaba inconsciente, arriba a una suite de hotel que había reservado previamente.
Después de acostar a Catherine en la cama, Gillian la miró y soltó una risa fría.
.
.
.