Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1185
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Capítulo 1185:
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Al momento siguiente, Belinda se encontró a horcajadas sobre él.
—Lucas… —Su voz salió en un susurro entrecortado, con las manos presionando ligeramente contra su pecho. El calor en sus mejillas se intensificó mientras lo miraba desconcertada—. ¿Qué estás haciendo?
Una lenta y burlona sonrisa se dibujó en los labios de Lucas. —Probemos algo diferente esta noche —dijo—. Quiero que tú tomes el control.
Belinda contuvo el aliento.
Sus palabras le provocaron una oleada de calor, una mezcla de sorpresa y nerviosa excitación que floreció en su pecho.
Avergonzada, le dio un golpecito en el pecho, con la voz vacilante entre la protesta y la diversión. —¿Qué es exactamente lo que pasa por esa mente tuya?
Lucas soltó una risita, sin inmutarse lo más mínimo.
Agarró la mano de Belinda con un gesto cálido y tranquilizador, y con la otra mano le acarició la cintura, trazando delicados dibujos sobre su piel desnuda. —Quiero verte así —murmuró con voz baja y persuasiva—. Intentémoslo, ¿vale?
Belinda dudó, con las pestañas temblando ligeramente mientras se mordía el labio inferior. La mirada de Lucas se clavó en ella, llena de expectación y de una ternura inquebrantable. Ella exhaló suavemente y, en poco más que un susurro, dijo: «Solo esta vez».
«De acuerdo». Una sonrisa triunfante se dibujó en el rostro de Lucas.
Guió a Belinda con tacto y paciencia, mientras se adaptaban a este baile desconocido.
Hubo un breve momento de incertidumbre, pero luego todo encajó a la perfección.
A medida que sus cuerpos se entrelazaban en esta nueva cercanía, la vacilación dio paso al instinto, la incertidumbre se disolvió en pasión y la noche se desarrolló entre susurros, gemidos y el suave ritmo de dos corazones que latían al unísono…
—Esto es demasiado intenso… —Belinda se mordió el labio con fuerza, sintiéndose extraña y un poco incómoda.
—Intenta moverte un poco. ¿Hmm? —La voz de Lucas tenía un tono burlón, sus palabras estaban entremezcladas con un suave ánimo.
Belinda dudó brevemente, sus ojos se encontraron con los de él. Bajo su mirada paciente, finalmente reunió el valor para moverse.
Era un territorio nuevo para ambos, una experiencia que ninguno de los dos había explorado antes.
Al principio, Belinda se mantuvo cautelosa, pero a medida que se adaptaba, se dio cuenta de que empezaba a disfrutar.
Sin embargo, su ritmo deliberadamente lento y tortuoso estaba llevando a Lucas al límite de su autocontrol. Más de una vez, la tentación de tomar el control se apoderó de él.
—¡Quédate quieto! —le advirtió Belinda, lanzándole una mirada fulminante cuando percibió su impaciencia.
Con un suspiro de resignación, Lucas cedió y dejó que ella marcara el ritmo. Su voz se suavizó. —Belinda, ¿un poco más rápido?
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