Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1129
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Capítulo 1129:
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Su voz estaba impregnada de una amenaza inconfundible.
El hombre al otro lado no dudó. «¡Está bien! ¡Pero no le hagas daño a Belinda! ¡Lo juro, iré solo!».
El secuestrador resopló y respondió: «De acuerdo». Dicho esto, colgó.
Sin demora, envió un mensaje de texto con más instrucciones.
Mientras tanto, en el Dream Club, Lucas y los demás ya se habían dado cuenta de que Belinda había desaparecido.
En cuanto se descubrió la ausencia de Belinda, Lucas y su gente iniciaron una búsqueda urgente.
Pero el secuestrador había sido meticuloso. Había venido preparado con un bloqueador de señales, lo que inutilizó las cámaras de seguridad.
Las imágenes grabadas no mostraban más que estática, sin pistas, sin rastro de lo que había sucedido.
Lucas llamó a Gordon y le dijo: «Comprueba las cámaras de vigilancia externas. Escanea todas las cámaras posibles en un radio de ocho kilómetros».
Bethany, con las manos cerradas en puños, sintió que se le cerraba la garganta. «¡Maldita sea! ¿Quién demonios se ha llevado a Belinda?». Su voz temblaba de frustración y sus ojos ardían por las lágrimas contenidas.
La tensión en la habitación era asfixiante.
Ryan se quedó de pie con la mandíbula apretada, dividido entre dos miedos.
Por un lado, temía que le hubiera pasado algo malo a Belinda. Por otro… temía que Verena estuviera involucrada en esto.
No estaba seguro de que sus sospechas sobre Verena fueran ciertas, pero la idea se negaba a abandonar su mente.
La expresión de Lucas era sombría.
Si se fijaban bien, podían notar que le temblaban las manos a los lados.
La sola idea de perder a Belinda le resultaba insoportable.
Nadie había esperado que Belinda desapareciera después de salir a contestar una llamada telefónica.
Dadas las formidables habilidades de Belinda, su secuestrador debía de ser excepcionalmente hábil, tener una ventaja numérica abrumadora o haber utilizado un método que la hubiera sometido antes de que pudiera reaccionar.
Cualquiera de esas posibilidades era profundamente inquietante.
En ese momento, un sonido repentino rompió el pesado silencio. El teléfono de Belinda, ahora en poder de Lucas, comenzó a sonar. Todas las miradas se dirigieron hacia él.
Lucas miró el identificador de llamadas y frunció el ceño al ver el nombre inesperado.
¿Por qué le llamaba esa persona?
Sin dudarlo, Lucas contestó la llamada. —Hola.
Lo que le dijeron al otro lado hizo que su expresión se volviera fría al instante. Apretó el teléfono con más fuerza. Su respuesta fue seca. —Entendido. —Y colgó.
—Lucas, ¿qué pasa?
«¿Tiene algo que ver con la desaparición de Belinda?».
Las preguntas se sucedieron una tras otra.
Lucas no respondió de inmediato. En lugar de eso, sacó el teléfono en silencio y marcó un número.
Belinda se despertó con un dolor agudo.
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