Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1114
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Capítulo 1114:
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Lucas se volvió hacia Belinda con voz grave. —¿Holley… quería que crecieras dependiendo completamente de ella? ¿Que fueras alguien sin ninguna habilidad?
La expresión de Belinda se tambaleó y se le hizo un nudo en la garganta. Tras un largo silencio, finalmente habló con voz vacilante. —Quizás… Quizás solo quería que tuviera una vida sencilla y sin preocupaciones. Quizás pensaba que eso me haría feliz.
«Una persona que no sabe nada seguramente no tiene muchas preocupaciones», dijo Lucas con tono sarcástico.
Belinda se quedó paralizada.
Las palabras de Lucas eran duras, pero encierraban una dolorosa verdad. ¿Había sido esa la intención de Holley desde el principio? ¿Holley solo quería que se convirtiera en una persona sin objetivos ni capacidades?
El resto del trayecto transcurrió en silencio. Estaba claro que las palabras de Lucas habían removido algo muy profundo en Belinda.
Lucas podía sentir su confusión y, aunque lamentaba haberla angustiado, no podía ignorar la posibilidad de que Holley hubiera albergado malas intenciones hacia Belinda desde el principio. Más que nunca, Lucas sentía que el comportamiento de Holley era sospechoso. Sin embargo, sus investigaciones habían demostrado que no parecía ser más que una mujer corriente, sin antecedentes sospechosos.
Pensando en ello, Lucas no pudo evitar fruncir el ceño.
Llevó a Belinda al hospital, donde se quedaría para vigilar a Kenia. Pasaron un rato charlando con Kenia antes de que Lucas se marchara a casa.
En Vera Villas, Sarai se acercó a Holley con expresión seria. —Holley, ¿podemos hablar?
Holley la miró, un poco desconcertada. —¿Qué pasa, Sarai? ¿Qué te preocupa? —Se sentó en el sofá, con una postura relajada, pero con tono curioso.
Sarai no perdió tiempo. —Ayer, en el hospital… escuché tu conversación con Kenia.
Holley frunció el ceño, con expresión confundida al encontrar la mirada de Sarai. —Lo oíste. ¿Y?
Sarai continuó: —Las hormonas que encontraron en el organismo de Belinda… Yo sé algo al respecto.
Las pupilas de Holley se contrajeron al instante.
¿Ella… sabía algo al respecto?
Con un trago nervioso, Holley preguntó: «¿Qué sabes exactamente?».
Sarai no dudó. «Cuando era pequeña, fui a tu casa a jugar con Belinda. Fue entonces cuando te vi con una jeringuilla y le estabas poniendo una inyección a Belinda mientras dormía».
El rostro de Holley se transformó de inmediato y perdió la compostura. Su corazón se aceleró y el pánico se apoderó de ella. ¡Nunca había imaginado que Sarai la hubiera visto inyectarle hormonas a Belinda!
Las palabras de Sarai no dejaban lugar a dudas: lo había visto con sus propios ojos. De lo contrario, ¿cómo habría sabido del método? Holley había elegido las inyecciones por sus rápidos resultados. Más tarde, cuando Belinda creció, pasó a las pastillas, por miedo a que las marcas de las agujas despertaran sospechas.
Pero, pasara lo que pasara, ¡nunca podría admitirlo!
Forzando una sonrisa, Holley respondió: «¡Eso es imposible! No soy médico, ¿cómo iba a ponerle una inyección? Sarai, debes de estar equivocada. Entonces eras solo una niña».
La sonrisa de Sarai era tranquila, pero firme. «Holley, yo tenía trece años en ese momento. Sé lo que vi. Te vi inyectarle con una jeringa mientras dormía. Ella se estremeció ligeramente, como si sintiera dolor, y dejó escapar un leve sonido. Le inyectaste el líquido y le diste unas palmaditas en la espalda para calmarla, y ella volvió a dormirse».
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