Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1109
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Capítulo 1109:
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Después de almorzar con Lucas, Belinda se dirigió al Hospital General Grand Plains para pasar la tarde con su abuela.
Más tarde ese mismo día, en el comedor privado de un restaurante de lujo, Kane se recostó en su silla, arqueando una ceja con curiosidad mientras miraba a Lucas, que estaba sentado frente a él.
—Lucas, ¿de qué se trata? No es habitual que me invites a salir para charlar —dijo Kane.
Lucas no perdió tiempo en trivialidades. Su mirada era aguda y sus palabras precisas. —Diego… lo sobornaste, ¿verdad?
Al oír ese nombre, Kane tensó momentáneamente los dedos alrededor de la copa. Sus ojos parpadearon brevemente, pero rápidamente se recompuso.
Fingiendo ignorancia, frunció el ceño y preguntó: «¿Quién demonios es Diego?».
Lucas soltó una risa fría y sin humor.
El breve cambio en la expresión de Kane no pasó desapercibido. Lucas siempre había sido un maestro en leer a las personas, y la reacción de Kane ya lo había delatado.
Fijando en Kane una mirada implacable, Lucas se inclinó ligeramente hacia delante. —Kane, ¿he sido demasiado indulgente contigo últimamente? ¿Has olvidado los métodos que utilicé en el pasado? ¿O tal vez la lección de hace tres años no fue lo suficientemente dolorosa para ti?». Su voz era tranquila, pero la amenaza subyacente era evidente.
La mención del pasado provocó una oleada de rabia en Kane.
¿Quién se creía Lucas? Él había soportado más que Lucas jamás. Y, sin embargo, ¡ahí estaba Lucas, hablándole así!
Apretando la mandíbula, Kane lanzó una mirada furiosa a Lucas. —Lucas, no tengo ni idea de lo que me estás acusando. ¡Ni siquiera sé quién es ese Diego! Entiendo que no te guste, pero eso no te da derecho a lanzarme acusaciones al azar. Su voz estaba teñida de indignación fingida, y medía cuidadosamente cada palabra.
Lucas no le creía en absoluto.
Se recostó en la silla. —¿De verdad creías que usar teléfonos prepago imposibles de rastrear y cuentas anónimas sería suficiente para cubrir tus huellas? —Sus ojos se oscurecieron y un tono letal se deslizó en su voz al pronunciar su última advertencia—. Kane, ya que has decidido dar el paso, ¡no me culpes por no mostrarte piedad ahora!
Al oír eso, la expresión de Kane cambió ligeramente.
Sus ojos se oscurecieron mientras respiraba hondo, con la voz cargada de frustración. —Lucas, ¡no tengo ni idea de lo que estás hablando!
Lucas permaneció impasible. Su tono era frío y amenazador. —Ya lo descubrirás muy pronto.
Sin decir nada más, se levantó del sofá y se marchó sin mirar a Kane ni una sola vez.
Kane frunció el ceño mientras veía a Lucas marcharse.
Una sensación de inquietud se apoderó de él.
¿Qué había descubierto Lucas? ¿Por qué estaba tan seguro de que él estaba involucrado en este asunto?
A juzgar por la mirada de Lucas, creía que no iba a dejarlo pasar fácilmente.
Lucas definitivamente planeaba tomar medidas en su contra.
Kane se preguntó qué haría Lucas para atacarlo.
De vuelta en su oficina, Lucas no perdió tiempo. Llamó a Gordon y le dio una orden directa. —Quiero un informe completo sobre los activos de Kane: participaciones públicas, inversiones ocultas, cuentas en el extranjero… Lo quiero todo.
Gordon asintió sin dudar. —Entendido. Pondré a alguien en ello inmediatamente.
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