Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1074
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Capítulo 1074:
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Belinda secó con delicadeza las lágrimas de Kenia con un pañuelo. «Por favor, no llores. Ahora mismo, lo más importante es tu salud».
Kenia negó con la cabeza. «Estoy bien. Solo estoy preocupada por ti. No me dijiste la verdad antes; me mentiste».
Su tono denotaba una mezcla de frustración y preocupación.
Belinda se mordió el labio y dijo: «Solo quería evitar que te preocuparas. Iba a contártelo todo cuando fuera el momento adecuado, pero… las cosas no salieron como esperaba».
En ese momento, Lucas intervino: —Kenia, no te preocupes. Estoy aquí por Belinda. Yo me ocuparé de ella.
Kenia lo miró con expresión vacilante. —Pero… pero…
Lucas se apresuró a tranquilizarla: —No tienes que preocuparte por nada. Mi familia también apoya mi decisión. Pase lo que pase, estaré al lado de Belinda.
«Está bien, está bien», dijo Kenia, con la voz más firme a medida que su ansiedad se calmaba.
Saber que Lucas estaba con Belinda la reconfortaba enormemente.
Kenia era muy consciente de que Belinda aún sentía profundos sentimientos por Lucas. En esta situación, Lucas y su familia seguían dispuestos a aceptar a Belinda, lo que la hacía sentir aliviada. «Espero que los dos tengan una buena vida juntos a partir de ahora», dijo Kenia, con la voz ligeramente quebrada.
—La tendremos —respondió Lucas con expresión seria.
Después de pasar un rato más con Kenia, Belinda y Lucas salieron de la UCI. Al salir, vieron a un hombre que estaba de pie no muy lejos, claramente esperándolos.
La expresión de Lucas se ensombreció y frunció el ceño.
Al ver a Lucas y Belinda, el hombre se acercó rápidamente.
Era Caiden. Los saludó rápidamente.
Luego, volviéndose hacia Belinda, dijo: «Hablemos».
Belinda asintió con la cabeza a Lucas. «Espérame aquí».
Lucas miró a Caiden y respondió a Belinda: «De acuerdo».
Belinda y Caiden se adentraron en el pasillo.
«Sabes los resultados de mi análisis de sangre, ¿verdad?», preguntó Belinda.
«Sí, lo sé», asintió Caiden, con expresión triste. «Star, siento mucho lo que ha pasado».
—¿Por qué te disculpas? Ni tú ni el hospital tenéis la culpa de esto.
Belinda hizo una pausa y continuó con los ojos helados: —Kylee lo ha organizado todo.
Caiden abrió mucho los ojos, con expresión de conmoción. —¿Qué? ¿Kylee? Pero ¿por qué? ¡Sois hermanas! ¿Qué podría llevarla a hacerte algo así?
Belinda apretó los labios durante un momento antes de responder: —Kylee y yo tenemos una relación complicada. Ella se encargó de encontrar al paciente con sida y se aseguró de que su familia ocultara su enfermedad.
—¡Eso es monstruoso! ¡Absolutamente vil! —exclamó Caiden, visiblemente enfadado.
Belinda permaneció en silencio durante un momento antes de volver a mirar a Caiden. —Dada mi situación, no puedo seguir siendo médico en este hospital. Yo…
—No tienes que tomar esa decisión ahora mismo —la interrumpió Caiden antes de que pudiera terminar—. Incluso los portadores del VIH pueden seguir trabajando en medicina.
Belinda esbozó una sonrisa irónica y negó con la cabeza. —Es cierto, pero quedarme aquí supondría una carga emocional demasiado grande para todos en el hospital: el director, mis colegas del Departamento de Cirugía Cardíaca y los pacientes. No me quedaré aquí. Y… no puedo seguir siendo médico».
Mientras hablaba, Belinda sintió un cosquilleo en la nariz y se le empañaron los ojos.
En ese momento, comprendió lo mucho que apreciaba su carrera. La idea de no volver a entrar en un quirófano le partía el corazón y la abrumaba con un dolor sofocante.
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