Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1069
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1069:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Todo el cuerpo de Belinda se tensó. La voz de Sarai temblaba mientras continuaba: «Holley también afirmó que tú la habías puesto en riesgo de contagio. En cuanto Kenia lo oyó, se puso muy nerviosa e insistió en verte inmediatamente. Me arrastró con ella y nos fuimos juntas. Pero estaba tan nerviosa que ni siquiera miró por dónde pisaba al bajar las escaleras. Perdió el equilibrio y se cayó…».
Al terminar de hablar, la voz de Sarai se quebró por la emoción.
Belinda se quedó paralizada, con el pulso latiéndole con fuerza en los oídos. Holley… Fue por su culpa.
Belinda parpadeó. ¿Kenia ya sabía que estaba infectada por el VIH? Belinda nunca habría pensado que Kenia se había caído por las escaleras por su culpa.
Una ola aplastante de culpa y autorreproche la invadió, casi asfixiándola por su intensidad.
En cuanto Lucas vio la expresión de Belinda, comprendió exactamente lo que estaba pasando por su mente.
Con voz firme, la tranquilizó: «No puedes culparte por esto. No es culpa tuya».
Belinda se volvió hacia él, con los labios temblorosos. Sorbió por la nariz, luchando por mantener la voz firme. —¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo no va a ser culpa mía? La abuela estaba muy preocupada por mí… Por eso ha pasado esto…
Antes de que pudiera terminar de hablar, una voz femenina frenética resonó en el pasillo. —¡Sarai! ¿Dónde está mi madre? ¿Cómo está?
Belinda levantó la cabeza de golpe y fijó la mirada en Holley, que se apresuraba hacia ellas con el rostro desencajado por la preocupación.
En un instante, la tristeza de Belinda se convirtió en ira. Su expresión se endureció mientras se ponía de pie y acortaba la distancia entre Holley y ella en solo unos pasos. —¿Por qué le has contado a la abuela mi diagnóstico?
Holley vaciló, atónita por la pregunta de Belinda. Abrió la boca para responder, pero Belinda no le dio la oportunidad. —¿Pensaste siquiera por un segundo en cómo le afectaría esa noticia? ¡Sabes que no puede soportar ese tipo de estrés! Y no te bastó con decirle que estaba enferma, ¿verdad? ¡Tuviste que rematarla diciendo que también la habías puesto en riesgo de contagio!
Belinda dio un paso hacia ella, con los ojos encendidos. —¿Por qué no le dijiste por qué te arañé la cara? ¿No te atreviste a decírselo?
Las palabras de Belinda eran como puñales y dejaron a Holley visiblemente conmocionada.
Holley palideció y bajó la mirada, con el arrepentimiento reflejado en sus ojos.
Había actuado de forma imprudente, dejando que el miedo y el resentimiento dictaran sus acciones cuando hizo aquella fatídica llamada a Kenia.
En el momento en que recibió la llamada de Sarai, informándole de que Kenia se había caído por las escaleras, el arrepentimiento la carcomió por dentro.
Ahora, frente a Belinda, el remordimiento se aferraba a ella como una sombra. Con voz temblorosa y los ojos llenos de lágrimas, Holley logró articular: «Lo siento, Belinda. ¡Todo es culpa mía! Estaba aterrorizada y actué sin pensar, nunca quise que esto pasara».
Su voz se quebró mientras respiraba con dificultad. «Si estás enfadada, ¡pégame! ¡Desquírate conmigo!».
Pero Belinda no se movió. Ni siquiera miró en dirección a Holley. En cambio, simplemente se dio la vuelta y volvió a sentarse en el banco, esperando noticias de la operación.
Su decepción con Holley había alcanzado un nivel que no podía expresar con palabras.
Lucas, sentado junto a Belinda, ni siquiera se dio cuenta de la presencia de Holley.
.
.
.