Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada - Capítulo 1043
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Capítulo 1043:
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—Harold, Norma, ¿qué os trae por aquí? —preguntó Belinda con delicadeza.
—Belinda, ¿qué es eso que llevas alrededor del cuello? —preguntó Harold, sin responder a su pregunta.
Belinda se tocó el cuello con timidez y respondió: —Oh, no es nada. Solo tengo frío y me lo he puesto para no pasar frío.
El moratón de su cuello se había oscurecido hasta convertirse en un color morado intenso, una marca que quería ocultar, por lo que se había puesto la bufanda para disimularlo.
«¿Estás enferma? ¿Estás resfriada?», preguntó Harold, mostrando su preocupación.
Belinda negó con la cabeza, tranquilizándolo: «No, no te preocupes, Harold. Solo tengo frío. Es solo un efecto secundario de la medicación que estoy tomando».
Harold la miró con simpatía y suspiró. —Has pasado por muchas cosas, ¿verdad?
En ese momento, Norma se levantó bruscamente y se inclinó profundamente ante Belinda. Sorprendida, Belinda se levantó rápidamente del sofá para detenerla y le dijo: —Norma, ¿qué haces? Por favor, siéntate.
«He venido a pedirte perdón», afirmó Norma con sinceridad. «No debería haberte dicho esas cosas… Me equivoqué».
«Norma, por favor, no tienes por qué disculparte», respondió Belinda, ayudando a Norma a sentarse de nuevo. «Como madre, entiendo perfectamente lo que dijiste. Solo querías proteger a tu hijo».
Belinda no le guardaba rencor a Norma; en aquel momento, estaba más dolida que enfadada.
Tomando la mano de Belinda, Norma dijo: «Como madre, mis intenciones no eran malas, pero no tuve en cuenta tus sentimientos. Te hice daño y, cuanto más lo pienso, más arrepentida me siento. Belinda, lo siento de verdad…». Su voz transmitía un profundo remordimiento.
Al oír esto, Belinda se sintió profundamente conmovida.
Asintió con la cabeza y respondió con sinceridad: «Te perdono, Norma».
La disculpa de Norma había sido inesperada y dejó a Belinda con una sensación de calidez en el pecho.
En ese momento, Harold volvió a hablar. «Belinda, a partir de ahora, no interferiremos en tu relación con Lucas. Depende de vosotros dos, seguid vuestro corazón».
Belinda sonrió y asintió con la cabeza, con el corazón aligerado.
Después de hablar un rato más con Belinda, Harold y Norma se marcharon de su casa.
Más tarde esa noche, en la suite presidencial de un hotel,
Kane acarició suavemente la mejilla de Verena y sonrió. —Me sorprende que hayas querido verme hoy… Parece que necesitas que haga algo urgente por ti. ¿Qué es?
Verena se acurrucó contra él y le acarició el pecho juguetonamente.
Ella habló en voz baja. —Kane, Lucas está cada vez más enamorado de Belinda. A pesar de mis esfuerzos, no consigo conquistar su corazón. ¿Quizás necesitamos una estrategia diferente?
Kane la rodeó con el brazo y le acarició el hombro. —¿Qué sugieres?
Verena dibujó patrones en su pecho, con voz baja y seductora. —Lucas está enamorado de Belinda ahora. Pero, ¿y si Belinda muriera? ¿No volvería Lucas conmigo?
Verena había considerado cuidadosamente sus opciones: si quería matar a Belinda sin dejar rastro, no tenía más remedio que pedir ayuda a Kane. Deshacerse de Belinda era una hazaña imposible de lograr sola.
Sin embargo, en cuanto Kane escuchó las palabras de Verena, su expresión se ensombreció. Sin pensarlo dos veces, la apartó con un movimiento brusco. —Belinda está fuera de los límites. —Su voz era firme, cada sílaba impregnada de autoridad, sin dejar lugar a negociaciones.
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