Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 968
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Capítulo 968:
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«¿Sí?»
«Mientras tuve amnesia, hice muchas imprudencias. Lo estropeé todo y te arrastré por ello». Su voz era áspera, despojada de su calma habitual. «Lo siento».
Freya ya lo había dejado pasar. «No pasa nada. Eso ya ha quedado atrás».
A Kristian se le retorció el corazón. Había tanto que aún quería decir, tanto arrepentimiento alojado en su pecho.
Pero ya había superado ese capítulo.
No importaba lo que dijera, no cambiaría nada.
«¿Te trata bien?» Kristian finalmente preguntó después de un largo silencio, su voz teñida de sentimientos que no podía ocultar del todo.
Freya dudó. «¿Quién?»
«Ellis.
«Es bueno conmigo».
Esas simples palabras se sintieron como una daga en el corazón de Kristian, pero se obligó a mantener la compostura, enterrando profundamente el aguijón.
Así que eso era todo. Había perdido su oportunidad.
«Me alegro de oírlo», dijo Kristian, tratando de mantener la voz uniforme, aunque sus ojos delataban la lucha por soltarse. «Si alguna vez te hace daño o si alguna vez cambias de opinión, siempre serás bienvenida a acudir a mí».
A Freya le pilló desprevenida.
Al darse cuenta de lo que quería decir, respondió con calma: «No hace falta esperar a eso».
Su respuesta le golpeó como una bofetada fría.
«No necesitas cargar con la culpa o el remordimiento por lo que pasó antes. Ya lo has compensado todo», le dijo Freya sin rodeos, sabiendo por dónde había divagado su mente. «Vivir en el pasado no ayuda en nada. Tienes que seguir adelante».
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La vida era larga, y nadie podía predecir lo que le deparaba.
Cuando se casó, pensó que nadie podría compararse a Kristian, nunca imaginó lo desordenadas que llegarían a ser las cosas. Pero ahora había conocido a Ellis, alguien aún mejor.
El futuro se abría de par en par y ella no iba a encerrarse en el estrecho mundo de ayer.
Un fuerte dolor se instaló en el pecho de Kristian.
«Tal vez la persona con la que estás destinado a pasar tu vida está a la vuelta de la esquina», dijo Freya, compartiendo el pensamiento suavemente.
Kristian no respondió. No sabía adónde lo llevaría el futuro y, sinceramente, no quería saberlo.
Lo que sí sabía, con dolorosa claridad, era que Freya ya no lo amaba. Ella quería que lo dejara ir y construyera una nueva vida lejos de la suya.
«¿Puedo preguntarte algo?», dijo, una pregunta enterrada durante mucho tiempo arañando su camino a la superficie.
«Adelante.
«¿Quién fue tu primer amor?» La pregunta se le escapó en un suspiro, tras una larga pausa.
Pensó en aquella reunión en la que ella había evitado esa misma pregunta. Unos celos amargos habían arraigado entonces, por quienquiera que hubiera dejado una impresión tan profunda en ella.
Freya apretó los labios, ya sin esquivar. «Tú».
Los ojos de Kristian parpadearon con sorpresa.
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