Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 960
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Capítulo 960:
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«Continúa amándola y cuidándola como siempre lo he hecho». La voz de Ellis fluía con una cadencia melodiosa, su perezoso encanto impregnaba el aire entre ellos. «El matrimonio trasciende la mera preferencia personal, es un profundo viaje vital. Merece todas las oportunidades para elegir a la persona que cautive su corazón por completo y tomar la decisión que ilumine su futuro.»
«¿Incluso si esa elección te excluye?» inquirió Melvin, arqueando las cejas con auténtica sorpresa.
Ellis respondió sin vacilar, con ojos firmes y claros. «Sí.
La convicción detrás de su respuesta se derivaba de una simple verdad: sabía que su corazón pertenecía por completo a Freya, ahora y para siempre.
Freya poseía una certeza inquebrantable en sus emociones. Cualquier alegría que otros pudieran ofrecerle, él creía que podía igualarla y superarla. ¿Y la felicidad única que otros no podían proporcionarle? Él movería montañas para crearla para ella.
«Si tu devoción se debilitara alguna vez, asegúrate de honrarla con respeto y una fidelidad inquebrantable», declaró Melvin, con una expresión de satisfacción al concluir el intercambio.
Ellis juró con ferviente intensidad: «Prometo amarla con dedicación inquebrantable hasta que se me escape el último aliento».
Tras esta solemne promesa, Melvin extendió un documento que había tenido en la mano durante toda la conversación.
Ellis lo aceptó, suponiendo que contenía asuntos relacionados con el trabajo. Antes de que pudiera examinar su contenido, Melvin volvió a hablar. «He documentado todos los matices de las preferencias de Freya, tanto profesionales como personales. También cataloga sus reacciones adversas a determinados alimentos y medicamentos. Deberías revisarlo a fondo».
A pesar del profundo amor que Ellis sentía por Freya, seguía habiendo lagunas imposibles de llenar en su conocimiento de su existencia diaria. Su compañerismo no había abarcado el tiempo suficiente para que él absorbiera estos detalles íntimos. Ahora, Melvin consideró apropiado transferir esta información crucial a Ellis, el novio de Freya.
Ellis comenzó a absorber metódicamente el contenido del documento, sus ojos recorrían cada página con creciente fascinación.
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Si antes había interpretado la atención de Melvin como una mera obligación profesional, este documento echaba por tierra por completo esa idea equivocada. La meticulosa atención al detalle de revelaba una inversión emocional que trascendía el mero deber.
Límites profesionales a leguas. «¿Insomnio?» El dedo de Ellis se detuvo en una sección resaltada en negrita y su frente se arrugó de preocupación.
«Hace varios años, luchaba contra un insomnio persistente y recurría a la aromaterapia para descansar», explicó Melvin con seriedad. «Su estado ha mejorado notablemente, pero no se pueden descartar futuras recidivas, de ahí mi anotación».
La mirada de Ellis se detuvo en la página, absorbiendo esta revelación.
Freya nunca había compartido su cama, por lo que era ajeno a cualquier alteración del sueño que pudiera experimentar. Según sus observaciones, ella irradiaba vitalidad todos los días y nunca le dio motivos para sospechar de ningún problema subyacente.
«¿Cuándo apareció el insomnio?», preguntó pensativo.
«En julio, hace cuatro años», respondió Melvin, cuyo recuerdo de la vida de Freya era extraordinariamente cristalino. «Mencionó que acompañaba a su equipo en una misión especialmente peligrosa. El sueño la eludió a su regreso».
Ellis sintió que se le helaba la sangre en las venas.
Ese marco temporal coincidía perfectamente con una de sus operaciones más brutales. Freya había escapado por poco de una herida catastrófica, y la operación se había desarrollado en un cuadro de pesadilla de sangre, terror y peligro inminente.
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