Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 882
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Capítulo 882:
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Con un golpe sordo, la cabeza de Kristian se desplomó hacia adelante mientras la inconsciencia lo invadía.
Freya cogió su cuerpo desplomado en el momento justo, guiándolo hacia el sofá cercano con una fuerza sorprendente.
Gerard se quedó clavado en el sitio, totalmente atónito. Esperaba que Freya entablara con Kristian una conversación tranquila y mesurada. Jamás habría imaginado que recurriera a medidas tan directas y contundentes. Como era de esperar de la mujer a la que admiraba.
El pulso de Kristian se aceleró inesperadamente. Aunque no estaba seguro de sus intenciones, su mirada se desvió involuntariamente hacia su piel impecable. Desde tan cerca, podía sentir el calor de su aliento y ver el tono vibrante de sus labios.
El mero hecho de verla tan cerca de él disolvió extrañamente la rabia que había estado acumulando en su interior.
«¿Qué estás haciendo? preguntó Kristian, luchando por mantener la compostura mientras su mirada permanecía fija en ella.
Freya permaneció en silencio. Con sorprendente destreza, cogió su corbata y se la desató rápidamente del cuello.
Esta inesperada secuencia de acciones desconcertó a Kristian y confundió por completo a Gerard.
Por un momento, ambos pensaron que Freya podría estar utilizando su atractivo femenino para manipular la situación.
La idea desapareció casi tan rápido como había surgido. Ambos la conocían demasiado bien: nunca recurriría a la seducción como táctica. Un puñetazo directo en la cara estaba mucho más alineado con su enfoque típico.
Mientras se perdían en especulaciones, Freya ya había asegurado la corbata firmemente en su agarre.
Mientras sus mentes seguían corriendo con posibilidades, Freya envolvió la corbata alrededor de los ojos de Kristian, atándola firmemente con un nudo detrás de su cabeza. Su voz se mantuvo inquietantemente calmada mientras explicaba: «Si no quieres verme, deja de mirar».
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Kristian se quedó inmóvil, atónito.
Gerard se quedó igual de estupefacto.
Sin embargo, el verdadero drama aún estaba por llegar.
Justo cuando Kristian levantó la mano para quitarse la venda improvisada, Freya le asestó un golpe preciso y potente en el punto vulnerable de la nuca.
Con un ruido sordo, la cabeza de Kristian se desplomó hacia delante mientras la inconsciencia se apoderaba de él.
Freya cogió su cuerpo desplomado en el momento justo y lo condujo hasta el sofá cercano con una fuerza sorprendente.
Gerard se quedó clavado en el sitio, totalmente atónito. Esperaba que Freya entablara con Kristian una conversación tranquila y mesurada. Jamás habría imaginado que recurriera a medidas tan directas y contundentes. Como era de esperar de la mujer que admiraba.
«Esto…» tartamudeó Gerard, tan impresionado como preocupado por sus acciones. «¿No se pondrá furioso cuando recupere el conocimiento?».
«No lo sé», admitió Freya con franqueza.
De haber sido el antiguo Kristian, su rabia habría sido inconmensurable.
Pero la versión actual de Kristian era diferente. Ellis había revelado que lo que Kristian realmente anhelaba ahora era su atención y cuidado. Al seguirle la pista y traerlo de vuelta, ¿no estaba mostrando verdadera preocupación?
Gerard se secó el sudor nervioso de la frente, contemplando las inevitables consecuencias de la decisiva acción de Freya. Freya actuó sin vacilar. Hizo una rápida llamada y, en cuestión de minutos, varios imponentes guardaespaldas llegaron para sacar al inconsciente Kristian del local.
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