Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 87
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Capítulo 87:
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Insistiendo, Gerard imploró: «Usted entiende mejor que nadie las complejidades de las redes sociales. En cuanto se sepa que te estás distanciando de la señora Shaw, los demás lo interpretarán como una señal para aislarla. A largo plazo, esto podría ser perjudicial para ella…».
Gerard hizo una pausa y soltó un profundo suspiro de preocupación.
Una breve sombra de contemplación se dibujó en el rostro de Kristian antes de descartarla con una sonrisa fugaz. «Si te preocupa tanto, quizá deberías plantearte casarte con ella».
Gerard se quedó sin palabras.
—Además, Freya ya ha solicitado el divorcio —declaró Kristian con voz fría y distante—. Una vez que tenga los papeles del divorcio en mis manos, no quiero volver a oír mencionar a la señora Shaw.
—Entendido —respondió Gerard sin perder el ritmo.
Kristian no le prestó atención, y su mirada oscura se volvió aún más enigmática. Con un movimiento rápido, deslizó algo en la mano de Gerard, se levantó de la silla y sus pantalones perfectamente planchados resaltaron su alta estatura.
Gerard miró el objeto que tenía en la mano y preguntó: «¿Qué es esto?».
«Si no me hubieras refrescado la memoria, lo habría pasado por alto», murmuró Kristian. «En el almuerzo de hoy, todos sabían que Freya me acompañaba».
Una mirada de confusión cruzó el rostro de Gerard.
«Si transmites mis instrucciones, algunos podrían sospechar que sientes animadversión personal hacia Freya», comentó Kristian con calma. «Lógicamente, alguien que acaba de pasar tiempo conmigo no tendría ningún problema conmigo, ¿verdad?».
«¿A qué te refieres exactamente?», preguntó Gerard, con tono insistente.
«
Vuelve a Jeucwell por ahora. Yo me quedaré en Alerith —ordenó Kristian con voz profunda e inquebrantable—. Solo causándole un inconveniente directo todos se darán cuenta de la gravedad de mis quejas —explicó Kristian con un tono tan firme como su determinación.
—Entendido —respondió Gerard lacónicamente, sin dar más explicaciones.
Con una sensación de irrevocabilidad, Gerard subió al avión con el billete en la mano, mientras Kristian llamaba a su chófer y regresaba a su sucursal.
El plan de Kristian era sencillo, pero audaz.
Pretendía complicarle personalmente la vida a Freya, con la esperanza de que ella se arrepintiera de sus decisiones.
Al acosarla persistentemente, creía que ella acabaría cansándose de sus círculos sociales comunes y optaría por una existencia tranquila con los bienes del divorcio.
Sin embargo, los sueños y la realidad a menudo chocan.
Después de pasar tres días más en Alerith, Kristian no había visto ni rastro de Freya. Sus investigaciones sugerían que se había desvanecido en el aire.
A pesar de sus esfuerzos, ella seguía siendo esquiva.
Dejando atrás el hotel, Freya se retiró a su verdadero santuario: el castillo que compartía con su familia.
Había dedicado todo el día a limpiar el enorme castillo.
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