Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 859
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Capítulo 859:
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De regreso, se sentía como un fantasma vagando sin rumbo. Cheryl se dio cuenta de lo distante que parecía y le preguntó: «¿Qué te pasa, cariño?».
«Nada.»
«Vivien».
Vivien se detuvo en medio del salón. El gran chalet le pareció frío y hueco.
Miró a su alrededor y preguntó: «Mamá, si tuviéramos la oportunidad de ponernos del lado de la familia Russell, pero el precio fuera alto, ¿lo aceptarías?».
«¿La familia Russell?»
«Sí.
«¿Te refieres a esa familia Russell, la que tiene poder y contactos?». Los ojos de Cheryl se iluminaron, un destello de esperanza se encendió.
«Sí. Vivien llevaba días con el corazón en un puño. «Lo único que nos piden es que matemos a alguien. Si lo hacemos, nos protegerán para siempre. Incluso se asegurarán de que no haya antecedentes penales».
«¿A quién quieren muerto?» preguntó Cheryl.
El agarre de Vivien se tensó. La voz le salió áspera. «A Freya».
«¿Por qué no íbamos a hacerlo?». La calma habitual de Cheryl se resquebrajó. En cuanto pronunció el nombre de Freya, el viejo resentimiento salió a la superficie. «Si no fuera por esa mujer, ahora ya sería la esposa de Hugh. Por su culpa nos echaron. Si otra persona se encargará de las secuelas después de que nos ocupemos de Freya, ¿por qué deberíamos dudar?».
El corazón de Vivien se estremeció ante sus palabras. Respondió: «Matar es un crimen. Y Freya nunca vino a por nosotros primero».
Pensando en el pasado, Vivien se dio cuenta de que desde que Freya había regresado, siempre habían sido ellas las que habían presionado. Ella fue la que intentó quitarle a Freya a su padre.
Ella y su madre habían odiado a Freya, culpándola de sus desgracias. Pero las pasadas Navidades, mientras estaba de pie dentro de esta vasta casa, mirando la absurda cantidad en su cuenta bancaria, una extraña culpa comenzó a agitarse.
«¿No quieres salir de esta vida? ¿No has soñado siempre con un futuro mejor?». Cheryl rompió de pronto el silencio. «Y ahora que lo tienes delante, ¿por qué no lo aprovechas?».
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«Mamá…» Vivien sintió que su conciencia se desmoronaba poco a poco.
«¡Sin una formación y unas conexiones poderosas, acabarás igual que yo!». Las emociones de Cheryl estallaron. «Yo no era nada. Tu padre me pegaba cuando le daba la gana y me insultaba cuando quería».
Vivien se quedó helada. Aún podía recordar…
Las muchas veces que su padre había pegado a su madre. Vivien había jurado que nunca acabaría con alguien como él. Pero, ¿trabajar para Russell podía traer la paz?
«Vivien, sólo quiero lo mejor para ti», le dijo Cheryl, cogiéndole la mano con fuerza. «Si tú no puedes hacerlo, lo haré yo. Haré cualquier cosa por ti si eso significa que vivirás mejor».
Vivien sentía que se ahogaba en pensamientos. Ya ni siquiera sabía qué era lo correcto. Tragándose sus emociones, finalmente dijo,
«Déjame pensarlo».
No sabía si las promesas de Norah eran sinceras.
Pero una cosa había quedado muy clara: a menos que las cosas estuvieran escritas en blanco y negro, las promesas verbales no significaban nada.
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