Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 85
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Capítulo 85:
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Freya se levantó sin prisa, recomponiéndose.
Mientras se preparaba para marcharse, la intensa mirada de Kristian se posó sobre ella.
—¿No deberías explicarme qué hacías en el Savory Haven?
Freya ni siquiera se detuvo. —No es asunto tuyo.
—Ese lugar es solo para socios. No podías haber entrado sola. —Kristian entrecerró los ojos con recelo—. ¿Quién te dejó entrar?
Freya repitió con firmeza: —Ya te he dicho que no es asunto tuyo.
Sin ganas de prolongar su estancia con Kristian, pasó junto a él y se dirigió hacia la salida.
Kristian la agarró bruscamente del brazo y la empujó contra la pared con la mano junto a su cara.
—Freya, ¡mi paciencia tiene un límite!
La confusión se reflejó en el rostro de Freya.
—No intervine antes porque quería que te dieras cuenta de que el círculo de la élite esconde más peligros de los que crees. La voz de Kristian se bajó de tono de forma amenazante. —Después de lo ocurrido hoy, deberías entender que este círculo no es adecuado para ti. Si Edwin te hubiera enviado con otra persona, no estarías aquí de pie, ilesa.
Sus palabras tenían una gravedad inconfundible, y sus ojos transmitían una advertencia gélida.
Freya respondió con sutil desafío: «¿Es eso cierto?».
«¿No me crees?», preguntó Kristian, con tensión evidente en cada sílaba.
Freya no respondió, su silencio lo decía todo.
Kristian la arrastró con decisión a otra habitación de la suite. Encendió el ordenador y sus largos dedos se movieron con determinación por el teclado. En cuestión de segundos, aparecieron en la pantalla una serie de fotografías en las que la identidad de cada persona quedaba oculta por unos ojos pixelados.
«Todas estas personas fueron destruidas por gente como Edwin», explicó Kristian, señalando el monitor mientras mantenía su penetrante mirada fija en Freya. «Algunas fueron condenadas a prisión por sus delitos, mientras que otras siguen moviéndose libremente entre nosotros».
Freya examinó la pantalla con interés mesurado. A pesar del oscurecimiento digital, reconoció a una mujer, alguien a quien ella misma había ayudado a denunciar a las autoridades. Sin embargo, debido a la insuficiencia de pruebas, no se había producido ninguna detención.
La pantalla revelaba personas que proyectaban una imagen glamurosa mientras ocultaban su verdadera naturaleza bajo fachadas cuidadosamente elaboradas. Ella apartó deliberadamente la mirada, reconociendo la preocupación de Kristian, pero manteniéndose firme.
—Me protegeré yo misma.
—¡Freya! —La voz de Kristian estalló con frustración.
Freya mantuvo la compostura, imperturbable ante su arrebato—. Valoro mi bienestar más que nadie. Cualquiera que sea tan tonto como para hacerme daño sufrirá las consecuencias. Ya hemos decidido divorciarnos, así que ciertos asuntos ya no son de tu competencia.
—¿Esperas que Trent Seymour te proteja? —preguntó Kristian, con ira creciente.
Freya respondió sin intención de provocar: —No necesito la protección de nadie.
—¿De verdad estás decidida a formar parte de este círculo? —preguntó Kristian, con evidente exasperación en cada sílaba.
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