Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 801
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Capítulo 801:
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Y sin embargo, a pesar de eso, Kristian había logrado mantener su farsa perfectamente intacta.
«Freya.» La voz de Kristian resonó de repente desde el otro lado de la puerta.
Freya abrió la puerta de un tirón y preguntó uniformemente: «¿Qué pasa?».
«Hay algo que me gustaría preguntarte». Kristian, en realidad, sólo quería darle a Lawrence un poco de espacio, dejar que resolviera las cosas por sí mismo. «No estoy seguro de si estás dispuesto a escucharlo».
«Continúa.»
«¿Sientes algo por el hombre de al lado?»
«¿Eh?»
¿Por qué estaba preguntando esto? Freya lo miró fijamente, captando la sinceridad grabada en su rostro, pero todo lo que podía pensar era cómo esto se sentía como parte de su actuación.
«¿No he respondido ya a eso antes?», dijo.
«Sólo quiero estar segura. Si te dijera lo que siente, ¿estarías con él?». Para Kristian, esta pregunta importaba más que nada.
«No». Freya era consciente de que Ellis era guapo, pero el encanto por sí solo no bastaba para conquistarla. «Ahora mismo no me interesa nada de eso».
Ya fuera por el desastre que había dejado su último matrimonio o por su forma de ser, no le interesaba mucho el romanticismo ni la idea de casarse. Prefería dejar que las cosas se desarrollaran como lo hicieran.
«Entonces, ¿quieres casarte conmigo?» volvió a preguntar Kristian.
Freya parpadeó sorprendida. Le dio un firme codazo en la frente y dijo con clara desaprobación: «¿No se supone que somos como hermanos?».
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«Quiero casarme contigo», dijo Kristian con valentía. «Quiero cuidarte y tratarte bien».
«Olvídalo. Eso no va a pasar». Freya cerró la idea sin vacilar. «No busco matrimonio, ni siquiera una relación. Sólo quiero vivir mi vida en paz».
Una punzada aguda se retorció en el pecho de Kristian. ¿Tan definitivo era el rechazo? «¿Es porque te hice daño antes?», preguntó, fingiendo una vez más.
«No tiene nada que ver con eso. Se trata de mí». Ella no quería que él se fijara en ella, sólo causaría problemas para ambos. «Somos como hermanos. Eso es todo. ¿Entendido?»
Tal vez sus palabras picaron. Pero dejar las cosas vagas sólo alimentaría la obsesión de Kristian y jugaría con su mente ya inestable.
Ella lo había visto todo: sus emociones fingidas, la inocencia fingida, el trasfondo posesivo. Hasta el último detalle. Y no podía permitir que esto continuara. La única forma de atravesar la niebla que nublaba su mente era cortar el cordón por completo: sólo entonces podría soltarse.
«Ya veo». Kristian bajó la cabeza, pero en algún lugar profundo de su interior, algo había cambiado.
Se dio la vuelta y se alejó. Su figura parecía pesada, como si algo dentro de él se hubiera roto.
Freya lo vio desaparecer en su habitación antes de cerrar la puerta en silencio y llamar a Lawrence. Pero nadie respondió.
No se molestó en volver a llamar. Se limitó a enviar un mensaje.
A la mañana siguiente, Lawrence volvió a llamarla.
Fue directo al grano: «Ya no estoy en Alerith. Estoy en el extranjero».
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