Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 80
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 80:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Al recibir el mensaje de Edwin, Gerard condujo directamente al hotel indicado.
Durante el trayecto, reflexionando sobre los acontecimientos anteriores, no pudo resistirse a preguntar: «Señor, no sé si debería preguntarle algo».
«Si la incertidumbre te atormenta, abstente de preguntar», espetó Kristian. «¿No le resulta inquietante aceptar que Edwin le entregue a su esposa en su cama?».
Gerard, envalentonado por la curiosidad, insistió: «¿Cómo se siente perseguirla por medios tan poco convencionales?».
«Considere su bonificación de fin de año como perdida», replicó Kristian.
Consciente de su precaria situación, Gerard añadió apresuradamente: «Señor, tenga la seguridad de que me encargaré de que Vertex Corporation entienda perfectamente quién es el protector de la señora Shaw».
Kristian replicó: «Tu bonificación trimestral también puede desaparecer».
Gerard se preguntó sinceramente dónde había metido la pata.
«Freya y yo ya hemos solicitado el divorcio», declaró Kristian con frialdad, sin soltar el teléfono. «Me estoy ocupando del comportamiento de Edwin únicamente porque me niego a permitir que nadie manche mi reputación».
Gerard se quedó en silencio. Kristian se había divorciado de su esposa por otra mujer, ¿y aún así le preocupaba su reputación?
En lugar de eso, se limitó a responder: «Sí, tienes razón».
«La bonificación semestral tampoco es necesaria», añadió Kristian con frialdad.
A pesar del temperamento normalmente complaciente de Gerard, su compostura comenzó a desmoronarse. ¿Qué error había cometido esta vez?
—Creo que hay un detalle que has pasado por alto —se atrevió a decir Gerard, devanándose los sesos mientras conducía—. A pesar de los trámites del divorcio, hasta que recibas la sentencia oficial, sigues estando legalmente casado. Y mientras exista ese vínculo legal, tienes la obligación de protegerla de personas indeseables.
—Ella se ofreció voluntaria —replicó Kristian, irritado al recordar los acontecimientos anteriores—. Incluso le pidió a Edwin Newman que la acompañara al hotel sin demora.
—Eso es porque sabe que quien la espera después de registrarse eres tú —replicó Gerard.
—Ella no siente ningún afecto por mí —afirmó Kristian con rotundidad.
Gerard se quedó sin palabras. Simplemente no había una respuesta adecuada.
Murmuró entre dientes: —Sabiendo que ella no siente ningún afecto por ti, la humillaste delante de numerosos espectadores. No me extraña que tu matrimonio acabara.
Kristian miró hacia la cabeza de Gerard, con los ojos brillando peligrosamente. —¿Qué insultos me estás lanzando mentalmente?
—No te estoy criticando —mintió Gerard con suavidad, sin mostrar ni una pizca de incomodidad—. Solo estoy pensando en cómo facilitar un día agradable entre tú y tu esposa.
Apenas era mediodía. Quedaban varias horas para que llegara la noche. Teniendo en cuenta la actitud de Freya hacia Kristian, pasar siquiera diez minutos juntos en la misma habitación sería casi un milagro.
Kristian ignoró el comentario de Gerard, con la mente luchando contra el mismo dilema. Desde su acalorada discusión en el hospital, se había dado cuenta de la aversión que Freya sentía hacia él.
Hoy solo quería que ella entendiera que ese círculo social no era tan idílico como ella imaginaba.
.
.
.