Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 778
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Capítulo 778:
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La decisión de Kristian de no decir la verdad provenía del hecho de que la farsa no estaba destinada a ser un espectáculo de larga duración. Pero si se prolongaba, la máscara podría empezar a resbalar.
«No es necesario», respondió Freya, quitándoselo de encima con facilidad. «Las cosas están tranquilas para mí en este momento, y su familia va a visitar pronto. Necesito llevármelo conmigo de todos modos».
«Escucha, Freya».
«Observa atentamente. El diablo está en los detalles». Freya vaciló un instante, desconcertada.
Sin embargo, no se entrometió. Si Ellis había hablado, tenía que haber algo de peso detrás de ello. Asintió en silencio.
«Señor, he terminado de fregar los platos», dijo Kristian, acercándose con nervios visibles, cada uno de sus movimientos cargados de cautela. Tenía los labios apretados como si retuviera algo. «¿Puedo ir a casa con Freya?»
«Puedes», respondió Ellis con sencillez, prefiriendo el silencio a la confrontación. Se puso en pie. Observó la exhibición de Kristian con fría indiferencia, con la mano medio levantada para ofrecerle una palmada tranquilizadora en el hombro. Entonces, algo inesperado rompió el momento.
Al mover la mano, Kristian se agachó de repente, cayendo en cuclillas y agarrándose la cabeza con fuerza.
Se le quebró la voz, temblorosa de miedo. «¡Por favor, no me pegues! Haré lo que quieras». Ellis se quedó boquiabierto.
Freya estaba igual de sorprendida.
Se quedaron paralizados en un momento que ninguno de los dos podía explicar.
Ellis había pasado años en operaciones encubiertas, había bailado con mentirosos y manipuladores, había burlado a más de uno. Pero nada en su experiencia le había preparado para alguien como Kristian. Era como si hubiera puesto las manos sobre Kristian hacía sólo unos momentos.
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Freya parpadeó con incredulidad.
Conocía a Ellis. Podía ser mordaz, sí, pero no violento. Y con la mente de Kristian atrapada en el mundo de un niño de cinco años, era difícil imaginarlo inventando semejante historia para vengarse. Entonces, ¿qué demonios era esto?
«No iba a pegarte», dijo Freya suavemente, ayudando a Kristian a ponerse de pie. «¿Por qué tienes tanto miedo?»
«Freya…» La voz de Kristian era un frágil hilo. «¿Te ha pegado?», preguntó ella suavemente.
«No», murmuró Kristian, sacudiendo la cabeza.
No podía mentir: las cámaras lo grababan todo. Una afirmación falsa y Ellis podría limpiar su nombre en un santiamén. Mentir sobre algo así no tenía sentido.
«Entonces, ¿por qué reaccionaste así?» Preguntó Freya, con las cejas fruncidas. «¿Y esas cosas que dijiste?».
Kristian miró a Ellis, los nervios corroían su compostura. Bajó la mirada y no dijo nada más.
Como para sellar su actuación, añadió unos cuantos gestos más perfectamente sincronizados. Era perfecto. Una actuación digna de la gran pantalla.
Freya se volvió hacia Ellis. «Capitán», comenzó, no como una acusación, sino en busca de la verdad. «¿Qué pasó entre ustedes dos después de que me fui?»
«Te he dicho todo lo que sé», respondió Ellis sin adornos. «Si pasa algo más, es algo que no ha compartido conmigo».
Pero Freya no se lo creyó.
Lo sentía en sus huesos: había una historia escondida entre las líneas.
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