Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 745
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Capítulo 745:
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«Capitán, lo llevaré a limpiar esa herida», declaró Freya, con el ceño fruncido por la preocupación de una posible infección, consciente de que las heridas tendían a curarse más lentamente en el gélido abrazo del invierno.
Kristian se relajó visiblemente y un leve suspiro escapó de sus labios.
Agradeció que ella no le pidiera más detalles; si lo hubiera hecho, se habría quedado sin palabras.
«Yo me encargo -intervino Ellis, que ya se dirigía hacia ellos con el botiquín en la mano. Cogió la mano de Kristian con la intención de aplicarle yodo.
Instintivamente, Kristian apartó la mano, su malestar evidente en la tensión de sus hombros.
Freya abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera, Kristian murmuró: «Lo enjuagaré con agua».
Con esas palabras, salió rápidamente, retirándose al apartamento de Freya antes de que ella pudiera intervenir.
Ella se quedó allí, perpleja y preocupada, observando su figura en retirada.
Volviéndose hacia Ellis, buscó respuestas, con la voz llena de confusión. «¿Qué estabais discutiendo abajo? ¿Cómo terminó cayendo?»
«Adivina», respondió Ellis, con un brillo travieso bailando en sus ojos mientras sus labios se curvaban en una sonrisa burlona.
Freya se quedó sorprendida, con la mente en blanco. ¿Desde cuándo Ellis había adoptado un comportamiento tan juguetón?
«No te dejes engañar por su inocencia», continuó Ellis en tono lánguido, sin dejar de sonreír. «Siempre compite por tu afecto».
«¿Competir por mi afecto?» Freya frunció las cejas, sin saber si había oído bien.
«Podría decirse que sí», respondió Ellis encogiéndose de hombros, con un tono divertido que delataba su despreocupación. «Se pone celoso cuando estás conmigo. O tal vez…» La miró perezosamente. «Simplemente no quiere compartirte».
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Freya hizo una pausa, una mirada de desconcierto cruzó su rostro. «Pero es prácticamente un niño, ¿no? Su comprensión es la de un niño de cinco años».
Ellis se inclinó ligeramente hacia atrás, con expresión ilegible. «Creo que sería prudente hablar de esto con Lawrence», sugirió, bajando la voz a un murmullo tranquilizador. «Hay más de lo que parece. ¿No te has dado cuenta de lo pegajoso que es contigo?»
Freya hizo una pausa, su mente repitiendo los pequeños momentos entre ellos -la posesividad de Christian, la forma en que su estado de ánimo cambiaba cuando ella prestaba atención a otra persona.
«La mayoría de los niños de cinco años siguen llorando por sus padres», añadió Ellis pensativa. «Pero él no. Se aferra a ti como si fueras lo único que le importa en el mundo. Eso no es normal».
«Mina, tal vez tenga un sentimiento de culpa hacia ti, lo que le impulsa a buscar más tu presencia», intervino Ethel pensativa.
«Es una posibilidad», admitió Ellis, analizando la situación con distanciamiento clínico. «Sin embargo, dada su total pérdida de memoria y sus retrocesos cognitivos, parece improbable».
Si no fuera por los inquietantes encuentros y discusiones que habían tenido antes, quizá no habría sospechado tanto. Pero las reacciones de Kristian fueron peculiarmente intensas.
«Hay algo más», insinuó Ellis, con expresión cada vez más seria. A Freya le picó la curiosidad. «¿Qué más hay?», preguntó, con voz entre intrigada y preocupada.
«La mayoría de los niños gravitan hacia los que destilan calidez y amabilidad», comentó Ellis, con la voz entrecortada como si estuviera hilvanando sus pensamientos con cuidado. «Sin embargo, tú siempre has mantenido cierta distancia con él».
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