Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 717
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Capítulo 717:
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Pero eso era asunto suyo, y Freya no tenía intención de perder el tiempo pensando en ello.
Una vez que salieron de la base, Freya y Ellis fueron a almorzar antes de dirigirse a la sede de Anita Internacional.
En el ascensor, Ellis trató de tranquilizarla. «Por la forma en que Lawrence hablaba, parece bastante seguro sobre el tratamiento de Kristian. No tienes por qué estresarte».
«Lo sé», respondió Freya en voz baja.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, salieron juntas. Freya se dirigió a su despacho, mientras Ellis se dirigía al suyo como asistente especial.
El espectáculo no pasó desapercibido para el personal de secretaría, ni para Melvin, que se encontraba coordinando con ellos en ese momento.
Desde que Ellis se había incorporado a la empresa, los cotilleos no habían cesado. Ahora, ver a Freya y a la nueva ayudante juntas a menudo sólo echaba más leña al fuego.
«Melvin, ¿la Sra. Briggs está saliendo con la nueva asistente, Ellis?»
«Me he dado cuenta de que siempre están juntos. Y parecen muy unidos».
«Se ven bien juntos. Tienes a la poderosa CEO y a su adorable asistente.»
¿»Adorable»? ¿Hablas en serio? ¡Está tan bueno!»
Y así, la charla continuó.
Melvin no podía poner sus sentimientos en palabras.
Pero no podía deshacerse de la sensación de ser dejado de lado.
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«¿Melvin?», gritó alguien del departamento de secretaría. «Estás muy callado».
«No difundas rumores que no han sido confirmados oficialmente», respondió Melvin, tan profesional como siempre, con un tono frío. «Terminad el trabajo que os he asignado y llevádselo a la señora Briggs para que lo firme lo antes posible».
«Sí, señor», corearon.
En el segundo Melvin se alejó, el chisme se reanudó de nuevo, esta vez, con él y Freya como el tema.
Melvin lo ignoró. Cuando vio volver a Freya, se dirigió directamente hacia ella, con los brazos llenos de documentos y contratos que necesitaba firmar, y la puso al día de las últimas novedades del proyecto mientras firmaba.
Cuando se trataba de su trabajo, Melvin nunca escatimaba.
Para él, Anita International Group no era solo una empresa, sino que tenía un significado más profundo. Se volcó en cada detalle, movido por la tranquila esperanza de que su dedicación propiciara un éxito duradero tanto para la empresa como para su propietario.
En sólo treinta minutos, entregó un informe limpio y exhaustivo que no dejaba nada al margen.
Cuando terminó, estaba a punto de salir cuando Freya le gritó: «Mel, espera un momento».
Se detuvo a mitad de camino.
«Me mandaste un mensaje ayer. ¿Qué querías decir exactamente con eso?» Freya había decidido no andarse con rodeos.
Melvin vaciló, sorprendido y aparentemente inseguro de cómo expresarlo con palabras.
Pero Freya no insistió.
«Se está hablando de ti y de Ellis», dijo en su lugar, desviando ligeramente la conversación hacia otra dirección.
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