Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 69
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 69:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
¿Cómo podría olvidarlo? Esa pequeña traviesa se había alejado para recoger flores de loto y había caído accidentalmente al estanque. Incluso cuando Freya la había sacado, se aferraba con fuerza a una flor de loto.
Kristian volvió la mirada hacia Freya y la observó con más atención. «¿Por qué nunca has hablado de tus vínculos con la familia Briggs?».
«¿Acaso la gente suele sacar a relucir historias de hace décadas en una conversación cotidiana?», replicó Freya.
Kristian se quedó sin palabras.
Ethel le dirigió una cálida invitación, con voz alegre. «¡Freya, ven aquí!».
Freya se acercó para sentarse a su lado.
La conversación fluyó con facilidad, llena de recuerdos entrañables de días pasados.
En un momento se reían de cómo Freya había enfrentado valientemente a los matones en nombre de Ethel, y al siguiente se reían de las veces que Freya había encubierto astutamente las incursiones secretas de Ethel en la despensa.
«Has cambiado mucho en los últimos diez años», comentó Ethel mientras le cogía las manos a Freya, con los ojos brillantes de emoción. «Si no fuera por tu rostro inconfundible, quizá no te habría reconocido».
Kristian observaba en silencio, dándose cuenta poco a poco de que probablemente era cierto.
Ethel, siempre protectora con su hermana, vio el momento perfecto para desafiar a Kristian. Se volvió hacia él con mirada decidida. —Señor Shaw, ¿puedo preguntarle por qué ha decidido divorciarse de Freya?
—Nuestras personalidades son demasiado incompatibles —respondió Kristian con tono desdeñoso.
Ethel miró a Freya, buscándola en los ojos. —¿Es eso cierto?
—Sí —asintió Freya, aunque con renuencia.
Una sombra de duda cruzó el rostro de Ethel. Conocía lo suficiente a su hermana como para saber que no estaba diciendo toda la verdad.
—Quizá el divorcio sea lo mejor —afirmó Ethel con audacia, con voz firme y resuelta—. No te preocupes, conozco a muchos hombres ricos y maravillosos. Te los presentaré. Todos están deseando conocer a la mujer que fue mi ángel de la guarda en su día.
—Claro, cuenta conmigo —murmuró Freya, comprendiendo que Ethel solo estaba haciendo su papel.
La expresión de Kristian se tensó y un destello de disgusto cruzó su rostro ante el comentario de Ethel.
—Señorita Briggs, ¿le divierte hacer de casamentera? —La voz de Kristian tenía un tono hostil.
—No especialmente —respondió Ethel con un encogimiento de hombros confiado—. Solo disfruto cuidando de Freya. Es una mujer extraordinaria y se merece lo mejor.
—¿Y qué te hace pensar que sabes quién es el mejor para ella? —insistió Kristian, con tono desafiante.
Ethel descartó su preocupación con un gesto desdeñoso. —Es sencillo. Le presentaré a varios candidatos y ella podrá elegir al que le robe el corazón —declaró.
A Kristian le irritaba más que nada la intromisión de Ethel.
Aún estaban en medio de los trámites del divorcio y ahí estaba Ethel, sin ningún reparo, planeando presentar a Freya a posibles pretendientes delante de él, una acción que carecía por completo de tacto.
—Esta conversación debería posponerse hasta que se haya finalizado el divorcio —interrumpió Kristian, con voz cargada de desaprobación—. En cuanto a la colaboración, enviaré a alguien al Grupo Briggs otro día para repasar los detalles con usted, señor Briggs. Dejaré que la señorita Briggs descanse por ahora.
.
.
.