Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 67
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Capítulo 67:
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Justo cuando estos pensamientos rondaban por su mente, su secretaria abrió la puerta y anunció con profesionalidad: —Señor Briggs, ha llegado el señor Kristian Shaw, del Grupo Shaw.
—Que pase —ordenó Hugh.
«Ahora mismo». La secretaria acompañó rápidamente a los visitantes al interior. Hacer negocios en una habitación de hospital era una novedad tanto para Hugh como para Kristian.
Kristian entró con Freya a su lado, saludó a Hugh y, durante todo el encuentro, observó atentamente las reacciones de Hugh y Ethel.
Sin embargo, no observó nada destacable.
Hugh y Ethel miraron a Freya con total indiferencia, como si fuera una extraña entre ellos.
Tras intercambiar cortesías y desearle una pronta recuperación a Ethel, Kristian abordó el tema de negocios con Hugh.
—Señor Shaw, usted ha mostrado interés en la última iniciativa de nuestro Grupo Briggs. ¿Qué proyecto en concreto le llama la atención? —preguntó Hugh con aparente cortesía, aunque su actitud reflejaba años de mando en el mundo empresarial.
La mirada de Freya titubeó momentáneamente. Sintió un cambio en la presencia de su padre. Lo que se le escapó fue el disgusto subyacente de Hugh hacia Kristian.
El hecho de traerla sin presentarla adecuadamente le sugirió a Hugh que Kristian ignoraba por completo a su hija.
Este resentimiento tácito provocó una frialdad en Hugh.
Kristian detectó la hostilidad de Hugh, pero la descartó como una posible imaginación.
—La iniciativa de inteligencia artificial.
—Gestionamos varios proyectos de IA. ¿Cuál en concreto? —replicó Hugh rápidamente, con la mirada fija en Kristian.
—El desarrollo de robótica con IA —aclaró Kristian.
—Esa iniciativa en particular parece prometedora, pero ya hemos conseguido una asociación en otro lugar —afirmó Hugh.
—Ya veo. —Kristian no había venido con intenciones comerciales serias de todos modos. Su mirada se desvió brevemente hacia Freya, y sus labios esbozaron una sonrisa cómplice. «Me pregunto, señor Briggs, ¿tiene más hijas además de Ethel Briggs?».
«¿Qué está insinuando exactamente?», respondió Hugh con aparente tranquilidad. Ethel levantó la vista, repentinamente atenta.
Kristian, mesurado y deliberado, explicó: «Recientemente, en Jeucwell, me encontré con alguien que decía ser su hija. Me preguntaba si tal vez tenía otra hija».
—Mi padre solo tiene una hija —declaró Ethel desde su cama, con voz llena de la certeza juvenil.
Hugh mantuvo la compostura y respondió con un toque de humor: —Esos rumores no son más que chismes. Incluso he oído numerosas afirmaciones de personas deseosas de tener hijos tuyos.
—Sin duda —respondió Kristian, entrando en la conversación informal.
Ethel luchó por controlar su mirada errante, que se desviaba repetidamente hacia Freya.
A la décima mirada, Kristian levantó la vista y preguntó en voz baja: —Señorita Briggs, ¿conoce a mi esposa?
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