Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 64
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Capítulo 64:
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Freya casi se rió por la ironía. Kristian, sin saberlo, le había pedido que se investigara a sí misma.
Su ánimo mejoró ligeramente y respondió rápidamente: «Comprobado. No hay contacto».
No le preocupaba que Kristian contratara a más hackers para verificar la información.
Su información de contacto seguía estando encriptada de forma segura, lo que la hacía imposible de rastrear mediante métodos ilícitos.
Al recibir su correo electrónico, Kristian realizó una llamada de verificación, que arrojó resultados idénticos: no se detectó ningún contacto.
Este descubrimiento profundizó su reflexión sobre la situación.
A la tarde siguiente, Freya seguía en el hospital, conversando con su hermana y absorbiendo las fascinantes historias de los últimos dos años.
La conversación acabó derivando hacia Kristian.
La expresión de Ethel cambió sutilmente. —Mina, hay algo que te he estado ocultando.
—¿Qué es? —Freya se interesó de inmediato.
Ethel dudó. —Es sobre Kristian.
Freya se tensó, invadida por una inquietante premonición.
Inquieta bajo la intensa mirada de Freya, Ethel se mordió el labio nerviosamente y confesó: —Esta mañana he tenido una breve conversación con papá. Cuando me enteré de que Kristian iba a traerte para que lo conocieras, convencí a papá para que cambiara el lugar de la reunión aquí.
Freya parpadeó sorprendida. —¿En serio?
—Solo quería ver cómo es en persona —admitió Ethel, reconociendo su error, pero incapaz de reprimir su curiosidad—. Al fin y al cabo, en cierto modo era de la familia.
Freya se sumió en un silencio pensativo. Sin duda, su hermana era experta en complicar su ya precaria situación.
—¿Mina? —se atrevió a decir Ethel en voz baja.
—¿Puedes actuar de forma convincente? —preguntó Freya sin acusarla.
Ethel se detuvo un momento y luego asintió con indiferencia. —Puedo.
—Si Kristian acepta reunirse aquí, cuando me veas, finge que somos desconocidos —le indicó Freya, preocupada por las dotes teatrales de Ethel—. Y evita por completo mirarme a los ojos.
—Entendido —asintió Ethel con firmeza.
Freya continuó con urgencia—. Además, refrena tu curiosidad por él. Recuerda que no es tu cuñado, solo un socio comercial del Grupo Briggs.
—¡Entendido!
—Y lo más importante, nunca menciones que tienes una hermana. Coordínate con papá de antemano y mantén la discreción absoluta.
Ethel aceptó de buen grado todas las condiciones.
Había oído innumerables historias sobre los notables logros de Kristian, su perspicacia para los negocios y su impecable capacidad de decisión, que lo habían elevado a…
una leyenda en los círculos empresariales. Aunque lo había visto anteriormente en actos de negocios, nunca imaginó que se convertiría en su cuñado.
Poco después de dar las instrucciones a Ethel, Freya recibió una llamada de Gerard preguntándole dónde estaba para recogerla. Le dijo que el lugar de la reunión había cambiado al hospital de Ethel. Freya, que no quería desplazarse lejos para complacer a Gerard, se limitó a decirle que lo esperaría en el hospital y colgó.
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