Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 624
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Capítulo 624:
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Lo que no dijo fue que ya no lo amaba.
Quizás su corazón aún era demasiado blando, temía que él pudiera romperse de verdad. Temía que Lionel, ahora frágil por la edad, y el resto de la familia Shaw, que no le habían mostrado más que amabilidad, se vieran agobiados.
Kristian se quedó paralizado, con los dedos detenidos en medio del movimiento, el dolor retorciéndole el pecho como un nudo apretado.
Quería levantar la vista y hablar, pero el peso de aquellas palabras —«Te perdono»— lo aplastaba. No podía respirar.
Le picaba la nariz y, antes de darse cuenta, la visión se le nubló.
Se quedaron sentados en silencio dentro del coche, envueltos en una espesa quietud que los envolvía como la niebla.
El teléfono de Kristian vibró una y otra vez, pero él no se movió. Apoyó la cabeza contra la ventana, como si ni siquiera pudiera oírlo.
Cuando sonó por quinta vez, Freya le recordó con delicadeza: «Kristian, te están llamando».
Kristian se enderezó, con la mirada aún baja, ocultando cuidadosamente lo que quedaba de su orgullo.
Sacó el teléfono y respondió.
—¿Dónde estabas? ¡Has tardado mucho en contestar! —resuena la voz despreocupada de Liam—. ¿Has olvidado qué día es hoy?
La voz de Kristian era áspera, teñida de una especie de tristeza hueca. —¿Qué día es hoy? —murmura.
—¿Qué te pasa? —preguntó Liam, notando el cambio en su actitud—. ¿Estás enfermo o algo así?
—No —respondió Kristian secamente.
Aun así, Liam no podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo no iba bien.
—¿Seguro que estás bien?
—Estoy bien —dijo Kristian, con aspecto demacrado y la voz firme, pero sin fuerza—. Hablemos de negocios.
—¿Te das cuenta de que hoy es tu cumpleaños, verdad? —soltó Liam, con un tono de voz teñido de sinceridad—. Feliz 28 cumpleaños, te estás acercando a los treinta.
Kristian se quedó paralizado. Freya, que lo había oído, también se detuvo. Sus ojos brillaban con una mezcla indescifrable de emociones.
¿De verdad ya era 14?
—Pensé que te olvidarías —continuó Liam—. Durante los últimos años, con tu mujer cerca, no tenía que preocuparme. Pero ahora que se ha divorciado de ti, alguien tiene que dar un paso al frente.
Aquello fue como un puñetazo en el estómago, que golpeó el corazón ya magullado de Kristian y lo dejó frío y entumecido.
—¿Sigues en la oficina?
—Sí
—Vuelve rápido. Mamá y papá están fuera de tu casa. Tenemos una tarta y todo.
Las emociones que Kristian había luchado tanto por reprimir comenzaron a aflorar de nuevo, presionando contra su garganta. Logró articular un «vale» entre dientes.
Después de colgar, silenció el teléfono y le envió a Liam el código de la puerta. Era la fecha de su boda con Freya.
Una vez que logró recomponerse, miró a Freya. En el momento en que sus ojos se encontraron, fue como si algo dentro de él se rompiera en mil pedazos. La emoción surgió y se enredó en su pecho.
Abrió los labios, tratando de hablar, pero ninguna palabra le parecía adecuada. Nada haría justicia a la tormenta que se desataba en su corazón.
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