Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 591
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Capítulo 591:
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«¿De verdad estás buscando trabajo?», preguntó ella. No tenía ni idea de a qué se dedicaba su familia, y no iba a empezar a indagar.
«Sí». Había una quietud en la mirada de Ellis, de ese tipo que hacía imposible saber si hablaba en serio o solo estaba bromeando. «El mes que viene cumplo treinta años. Si alguien me pregunta en una cita a qué me dedico, no puedo decirle que estoy en paro».
La sencillez del comentario tocó de alguna manera la fibra sensible de Freya, despertando en ella una preocupación inesperada.
Sin pensarlo, soltó: «Es verdad. Ya no eres tan joven».
Ellis soltó una risa suave y exasperada. ¿De verdad le estaba llamando viejo?
««No tengo tu energía juvenil», dijo Ellis con tono tranquilo, sin inmutarse.
Freya se apresuró a aclarar: «No quería decir eso».
«¿Estás diciendo que no soy viejo?».
Freya abrió la boca, pero no le salieron las palabras.
Ellis se rió entre dientes.
Los cumplidos nunca habían sido el fuerte de Freya, pero lo intentó de todos modos. «A los treinta es cuando realmente empieza la vida. Aún eres joven».
«¿Y qué se siente al decir algo en lo que no crees?».
«Capitán…».
¿Por qué siempre tenía que llamarla así?
Ellis movió su pieza con determinación. «Freya, has perdido».
Freya volvió al presente.
Una mirada al caos del tablero de ajedrez y lo supo: su capitán era astuto. Había utilizado todos los trucos posibles: distraerla, desequilibrarla, todo para ganar una partida de ajedrez.
«Tienes que trabajar mucho en el equilibrio entre el ataque y la defensa», dijo Ellis, erguido, con sus largas piernas imposibles de ignorar.
«¿Habéis estado todos holgazaneando durante los últimos dos años?».
Freya se quedó sin palabras. ¡Sabía que era una trampa!
«Vamos a comer», dijo Ellis con sencillez.
Esta vez, Freya no protestó.
Lo entendía: la fortaleza mental lo era todo, estuvieras donde estuvieras. Con una mente fuerte, podía seguir adelante o mantener la línea, sobrevivir a cualquier cosa que se le presentara.
Cuando su corazón estaba destrozado, esa misma resistencia la había ayudado a salir adelante.
Sabía que su capitán tenía buenas intenciones. Pero ¿tenía que ser tan duro con ella la primera vez que se veían? Se sentía un poco abrumada.
Durante el almuerzo, Josiah y Ellis charlaron como viejos amigos.
Mientras hablaban, Josiah se fijó en la extraña expresión de Freya y le preguntó
—Freya, ¿qué pasa?
—Nada.
—¿Ellis te ha puesto las cosas difíciles?
Freya miró instintivamente a su capitán y negó con la cabeza. —No.
—Ya no es tu capitán. No tienes por qué tenerle miedo —dijo Josiah con aire entendido—. Si te causa problemas, solo tienes que decírmelo y yo te ayudaré a ponerlo en su sitio.
—De acuerdo —respondió Freya, esbozando una pequeña sonrisa.
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