Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 588
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Capítulo 588:
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«No. Es mi turno».
El grupo discutiendo alegremente.
Los ojos de Ellis eran profundos e intensos. Sus elegantes dedos bailaban sobre el tablero de ajedrez con precisión y gracia.
Aceleró el ritmo, curioso por ver cómo reaccionaría Freya cuando lo viera.
De vuelta en casa de Josiah, Freya se concentró por completo en el tablero, consciente de que cuando él jugaba en serio, no era un rival fácil.
Pasaron veinte minutos. La partida llegó a un momento tenso y decisivo, justo cuando Ellis terminaba la suya.
Freya y Josiah estaban tan absortos en su partida que no se dieron cuenta de que un hombre alto y llamativo, vestido con un abrigo negro y botas militares, caminaba en silencio por el sendero del jardín.
Freya se inclinó para mirar la pieza de Josiah.
En ese momento, Ellis se detuvo detrás de ella.
Su mirada hipnótica recorrió la nuca de la joven y luego se posó en el tablero de ajedrez, con una leve sonrisa en los labios.
Freya sintió que había alguien detrás de ella, pero no le dio importancia, pensando que se trataba de algún miembro de la familia Russell o de un vecino curioso.
Josiah, igualmente absorto, no levantó la vista.
Pasaron otros veinte minutos.
Por fin terminó la partida.
Josiah exhaló, profundamente impresionado. Sentía un creciente afecto por Freya. «Has hecho una jugada tras otra, casi…».
Pero antes de que pudiera admitir que ella casi le había ganado, sus ojos se posaron en Ellis, y se detuvo.
¡Ese granuja! ¿Cuándo se ha colado?
Freya rara vez veía a Josiah poner esa cara e instintivamente se giró para seguir su mirada.
Cuando Freya vio a la persona que estaba detrás de ella, se quedó paralizada por un momento, con una expresión mezcla de confusión y sorpresa.
¿Su capitán?
—Pequeño granuja —la sacó de su trance la voz de Josiah—. Pensaba que no ibas a aparecer.
—¿Cuándo te he faltado a una promesa? —La voz de Ellis era grave y rica, agradable al oído. Era alto, llamativo e innegablemente atractivo.
—Está bien —dijo Josiah con una sonrisa, sin querer hacer de tercero en discordia. —Déjate las cortesías. Voy a ver si la comida está lista. Vosotros dos poneros al día. —Ellis asintió levemente, con una elegancia natural—. Muy bien.
En cuanto Josiah se marchó, el silencio se apoderó de ellas como un manto. Freya no era de las que se ponían nerviosas, había mantenido la compostura incluso cuando conoció a los padres de Kristian. Pero en ese momento estaba realmente desconcertada.
—¿De verdad te pongo tan nerviosa? —bromeó Ellis, al ver su mirada ligeramente atónita.
Freya no respondió. ¿Cómo no iba a estar nerviosa?
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