Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 582
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Capítulo 582:
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Una vez terminada la llamada, Freya y Ethel se sentaron a cenar juntas.
Durante toda la cena, Ethel no dejó de mirar a Freya, entreabriendo los labios de vez en cuando como si quisiera decir algo, pero siempre conteniéndose en el último momento.
Freya se dio cuenta. —Vamos, ¿qué te ha estado preocupando todo el día?
Ethel abrió mucho los ojos, sorprendida. —¿Cómo lo has sabido?
—No dejabas de mirarme durante el desayuno y también mientras veíamos la televisión esta mañana —dijo Freya, que conocía cada uno de sus pequeños gestos—. ¿Qué pasa?
—No es nada importante. Solo… —Ethel buscó las palabras, y sus mejillas se sonrojaron.
Freya la miró y dio un palmo en punto. —¿Es por tu novio?
Ethel parpadeó como si hubiera visto un fantasma. ¿Cómo lo sabía Freya siempre?
—Sí… es por él —admitió por fin, decidiendo decirlo—. Quiere conocerte.
Freya arqueó una ceja. —¿Conmigo? ¿Para qué?
—Todavía está muy nervioso para enfrentarse a papá —confesó Ethel, avergonzada—. Ha pensado que sería mejor conocerte primero y luego hablar con papá después de la graduación.
—¿Cuándo? —preguntó Freya sin perder el ritmo.
—¿Vas a conocerlo? —El rostro de Ethel se iluminó de alegría.
—Sí
—¡Gracias! —exclamó Ethel radiante.
Si Freya aceptaba, convencer a Hugh sería mil veces más fácil. Era muy inteligente.
—No me des las gracias todavía —dijo Freya, levantando una mano—. Si es el seis, puede que no pueda ir. Tengo algo que hacer.
—No es el seis —dijo Ethel rápidamente, sonriendo—. Es el siete.
Los palillos de Freya se detuvieron a mitad de camino de su boca.
¿El siete?
¿No era ese el día en que debía volver su capitán?
Ethel captó el cambio en su expresión. —¿Qué pasa?
—Nada —dijo Freya con suavidad.
No quería arruinar la emoción de Ethel. —Avísame dónde será cuando lo decidas. Ya lo tenía todo planeado: la tarde del seis le diría a Trent que tenía que hacer un viaje de negocios, se reuniría con Ethel y su novio el siete y luego iría directamente al aeropuerto. Alerith era un lugar enorme. Las posibilidades de encontrarse con su capitán eran mínimas.
Con el plan trazado, Freya se sintió más tranquila.
Al mediodía del día siguiente, Hugh regresó. Ninguno de los dos mencionó a Cheryl, ni siquiera de pasada. Simplemente volvieron a su rutina como si nada hubiera pasado.
El tiempo no esperaba a nadie. En poco tiempo, llegó el día seis.
Freya se levantó temprano y preparó algunos documentos y un regalo que había preparado para Josiah.
Esta vez, no se molestó en llamar al conductor, decidió conducir ella misma.
Le envió un mensaje de texto a Josiah con el número de matrícula y tomó la ruta habitual hacia su casa.
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