Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 568
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Capítulo 568:
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Cuando Freya y Melvin llegaron, solo encontraron a Alan, Ethel, Hugh, Trent y Frederick.
Freya se sorprendió de verdad.
—¿Por qué estáis todos aquí? —preguntó, entrecerrando los ojos hacia Alan. Se suponía que era un simple retiro de la empresa. Entonces, ¿por qué estaban Trent y Frederick también?
Trent y Frederick intercambiaron una mirada y Trent habló primero. —Alan nos invitó.
Freya se volvió hacia Alan, esperando una explicación.
—La reunión de empresa era solo una excusa —admitió Alan, vestido de manera informal y con un aspecto irritantemente atractivo—. Sheila y el tío Hugh se dieron cuenta de que últimamente no estabas muy bien. Pensaron que esto te animaría.
Todos la conocían demasiado bien. Si le hubieran dicho directamente que se tomara un descanso, lo habría descartado con un estoico «estoy bien». Pero nadie sale indemne de un divorcio.
No lo habían mencionado antes porque no era el momento adecuado. De todos modos, ella no habría estado de humor.
Ahora parecía el momento adecuado.
«Mina, ya que estás aquí, aprovecha para disfrutar hoy —intervino Ethel.
—Mina, tienes que relajarte —añadió Hugh.
—Freya, tu hermana no suele ponerse tan sentimental contigo. No la decepciones —bromeó Frederick.
Ethel replicó: «Frederick, ¿qué quieres decir con eso?».
«¡Exactamente lo que parece!», respondió Frederick con una sonrisa.
Pronto, los dos estaban en ello, lanzándose pullas en broma y riendo mientras discutían como viejos amigos.
Hugh y Alan intercambiaron miradas cómplices y se apartaron discretamente.
—Voy a ver cómo está Sheila. Vosotros seguid aquí —dijo Hugh.
—Vale —respondieron los demás.
Hugh se marchó sin hacer ruido.
Había pensado en llevarse a la asistente de Freya con él, pero decidió no hacerlo.
Era evidente que ella tenía un vínculo muy estrecho con él.
—Vamos. Hay un campo de flores cerca —sugirió Trent—. Las vistas son bonitas y hay una glorieta donde podemos descansar.
Todos estuvieron de acuerdo y lo siguieron.
Al principio, Trent y Alan charlaron con Freya, contando algunos chistes y compartiendo anécdotas cotidianas.
Poco a poco, ella se fue relajando.
Finalmente, la atención se centró en Melvin, que no había dicho ni una palabra desde que llegaron.
—Por cierto —comentó Trent, ajustándose las gafas con ese gesto distraído que le daba un aire casi profesoral—, Melvin, ¿qué te llevó a convertirte en asistente de Mina?
Melvin dudó, y la fría intensidad de su mirada se tornó por un instante en una rara muestra de incertidumbre, como si la pregunta lo hubiera pillado desprevenido.
—Se presentó la oportunidad y no podía dejarla pasar —respondió rápidamente, con un tono suave y natural, una respuesta pulida a la perfección.
Trent levantó ligeramente la mirada, con una sonrisa de complicidad en los labios, pero decidió no dar más detalles.
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