Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 559
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Capítulo 559:
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En ese instante, todo cobró sentido. Se dio cuenta, dolorosamente, de que había juzgado mal a Freya todo este tiempo.
—Concierta una reunión con Norah Russell —espetó Kristian, con voz aguda y urgente.
Gerard asintió rápidamente. —De acuerdo.
Cuando Gerard salió de la habitación, Kristian siguió con la mirada fija en la gruesa pila de documentos que tenía entre las manos.
El peso de las revelaciones le golpeó más fuerte que cualquier cosa a la que se hubiera enfrentado jamás. No podía entender cómo Norah había logrado mantener una máscara tan perfecta.
Norah era la hermana pequeña de Damon. Era la última persona que Kristian hubiera creído capaz de algo así. Nunca imaginó que llegaría tan lejos para tenderle una trampa a Freya.
Las dos mujeres no tenían ninguna conexión visible.
Sus pensamientos se agitaron en un caos mientras se llevaba una mano a la frente, y el arrepentimiento se desangraba lentamente.
Las escenas del pasado volvieron a su mente: todas las dudas que le había lanzado a Freya, las palabras duras, la forma en que había rechazado sus súplicas. Ella había intentado explicárselo. ¿Y cómo la había tratado él? Nunca había confiado en ella. Cuanto más lo pensaba, más se le oprimía el pecho, hasta que sintió que no podía respirar.
Se dio cuenta de que Freya había tenido razón. Todo el tiempo. Era él quien había cambiado, no ella. Ella había permanecido constante, fiel a sí misma desde el principio hasta el final.
La pesadez en su pecho se hundió más, convirtiéndose en un dolor persistente.
Cuando Gerard regresó para entregar su informe, encontró a Kristian sentado con la cabeza gacha, los ojos fijos en la pila de documentos condenatorios. El aire de la habitación era sofocante, denso, cargado de un arrepentimiento tácito, como el de un niño que lamenta en silencio un error que no puede deshacer.
Gerard exhaló suavemente y salió sin decir nada, cerrando la puerta con cuidado, dejando a Kristian solo con las consecuencias.
La vida tiene una forma de equilibrarse. Ganancias y pérdidas, causa y efecto. Cada decisión tiene su precio. Tarde o temprano, todo el mundo paga. Kristian y Freya: dos almas destinadas a cruzarse, pero nunca a recorrer el mismo camino.
Durante la siguiente hora, Kristian no se movió de la silla de su oficina. Se quedó sentado en silencio, sumido en sus pensamientos.
Gerard vigilaba fuera, interceptando a quienes buscaban firmas o indicaciones, anotando sus preguntas y reuniendo el papeleo para más tarde.
Probablemente, el desengaño de Freya había ocurrido seis meses atrás. Pero para Kristian, había comenzado hoy.
Afortunadamente, no se ahogó en la miseria durante mucho tiempo. A las seis, había terminado de revisar los documentos y llamó a Gerard para que volviera.
—¿Cómo va el contacto? —preguntó Kristian, con voz firme pero más áspera de lo habitual, con un tono ronco inconfundible.
—La señorita Russell no ha contestado —respondió Gerard.
Kristian no se inmutó. Su tono se mantuvo igual mientras daba la siguiente orden. —Ponte en contacto con Josiah Russell. Dile que necesito hablar con Norah». El padre de Norah estaba en el extranjero, aunque de todos modos no sería de mucha ayuda.
En cuanto a Damon, tenía sus propios problemas que resolver.
«Entendido», respondió Gerard, tomando nota rápidamente de la instrucción. A continuación, le entregó una pila de archivos y una lista. «Aquí tienes los documentos que debes firmar, junto con las preguntas de los altos ejecutivos».
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