Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 554
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 554:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Por fin, Norah cedió. Se dejó caer en la silla y dejó caer el bolso sobre la mesa con un golpe seco, sin ocultar su frustración. —Suéltalo de una vez. Después de esto, te borraré de mi vida.
«Has perdido tu vocación», comentó Freya, imperturbable. «Habrías sido una actriz increíble».
Si Ashley hubiera sido la mitad de inteligente, las cosas podrían haber salido mucho peor.
Freya rara vez bajaba la guardia, pero incluso ella casi se deja engañar por Norah.
«Deja el sarcasmo y ve al grano», espetó Norah, visiblemente irritada. Su reacción fue impecable, exactamente como se comportaría alguien acusado injustamente.
«El accidente de coche de Ashley, la filtración de la foto, el ataque contra mí, la trampa en el hotel con Trent y el soborno a Melvin… Todo obra tuya, ¿verdad?». La voz de Freya era tranquila, serena, con un tono de firmeza.
Norah la miró como si hubiera perdido la cabeza. —¿Por qué demonios haría yo algo así?
—Desde el momento en que te diste cuenta de que Kristian se divorciaría de mí por Ashley, empezaste a tejer tu red —dijo Freya, con un tono tranquilo pero lo suficientemente afilado como para cortar cristal—. En tu mente, si Ashley y yo chocábamos, Kristian se desharía de las dos.
El rostro de Norah seguía siendo un enigma, como si Freya estuviera hablando en acertijos.
—Pero cuando tu plan se desmoronó tras el accidente de coche, no lo dudaste: conseguiste que alguien violara a Ashley —continuó Freya, pronunciando cada palabra con gélida precisión—. Sin embargo, Kristian hizo la vista gorda y, una vez más, reelaboraste tu plan.
—Espera un momento —la interrumpió Norah, y Freya se detuvo, asintiendo ligeramente para dejarla hablar.
—¿Estás segura de que esto no es el argumento de una serie dramática de televisión? —dijo Norah con desdén, esbozando una sonrisa burlona.
—No estoy de humor para bromas —respondió Freya con voz gélida.
—De verdad que no tengo ni idea de lo que estás hablando —dijo Norah, visiblemente ansiosa por terminar la conversación—. Y si algo de lo que has dicho es cierto, ve a la policía. Ellos actuarán rápidamente.
Freya entrecerró los ojos, leyendo a Norah como un libro abierto: cada reacción era demasiado perfecta, cada palabra demasiado pulida. Si Kristian hubiera estado allí, la habría acusado de tenderle una trampa a Norah.
—Por última vez, no siento nada por Kristian —dijo Norah, levantándose de su asiento con un bufido de impaciencia.
—Si eso es cierto, ¿por qué sigues guardando el peluche que te regaló en el instituto? —preguntó Freya, sin apartar la mirada—. ¿Y por qué sigue en tu habitación después de todos estos años?
Norah frunció ligeramente el ceño.
Freya no se detuvo. —Con la fortuna de tu familia, podrías haber llenado una habitación de juguetes. ¿Por qué conservas algo de alguien que supuestamente no significa nada para ti?
—¿Cómo sabes eso? —La voz de Norah bajó de tono y su postura se tensó.
Freya se inclinó ligeramente—. Entonces, ¿estás lista para hablar?
Si no hubiera descubierto ese detalle, habría sido imposible romper las defensas de Norah. La mujer era una virtuosa en hacerse la inocente.
.
.
.