Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 514
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Capítulo 514:
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«¿Qué les dijiste?».
Melvin se puso serio. «No les dije nada.
Esta vez me ofrecieron más. Después de darme el cheque, me dijeron que lo pensara. Dijeron que ofertas como esta, dinero y sexo, no se presentan a menudo».
—¿Te dieron un plazo?
—Una semana.
Melvin respondió con sinceridad a todas las preguntas de Freya.
Ella giró el bolígrafo y luego dio su veredicto.
—En unos días, llena el cheque. Finge que aceptas y ve qué planean.
Melvin frunció el ceño.
—No.
—¿Por qué no? —Freya parecía confundida.
—El nombre de una mujer no es algo con lo que se pueda jugar.
La miró fijamente a los ojos. —No deberías correr ese riesgo.
Freya dejó el bolígrafo sobre la mesa. —Sé lo que hago. Encárgate de ello.
Al ver que no iba a ceder, Melvin asintió con la cabeza.
Mientras se daba la vuelta para marcharse, se volvió y la miró con seriedad. —Ten cuidado en quién confías. Especialmente en los hombres.
Freya se rió entre dientes, le dijo que había entendido el mensaje y le dijo adiós con la mano.
El resto del día pasó volando entre reuniones y papeleo.
Anita International llevaba años sin expandirse, pero desde el regreso de Freya, Melvin había conseguido varios contratos nuevos. El volumen de trabajo se había disparado.
Esa noche, mientras Freya se quedaba hasta tarde, Melvin pasó por su oficina para informarle de que había concertado una reunión con Gerard.
Freya se limitó a asentir.
Más tarde, en un club nocturno, Gerard y Melvin llegaron, ambos elegantemente vestidos, atrayendo las miradas nada más entrar.
Gerard parecía confundido. Después de sentarse, miró a su alrededor y frunció el ceño. «Esto es raro. Antes, cuando estabas deprimido, siempre me arrastrabas al gimnasio o a correr. ¿Por qué ahora un bar?». Sabía que Melvin odiaba beber.
Melvin apartó la mirada y murmuró: «Esta vez es diferente».
«¿Cómo es eso?».
«He roto con mi novia».
Gerard se quedó atónito.
La incredulidad se reflejaba en su rostro.
¿Una ruptura? ¿Melvin? ¡No tenía sentido!
«¿Cuándo empezaste a salir con ella? ¿Por qué no lo sabía? ¿Y quién es?», preguntó Gerard, claramente conmocionado.
Melvin mantuvo la compostura. «No quiero hablar de eso».
Gerard se quedó sin palabras. Pero la curiosidad le devoraba.
«Vamos. Bebamos», propuso Melvin, entregándole un vaso. Su habitual mirada fría estaba nublada, como si estuviera ocultando algo.
Esa mirada golpeó a Gerard en el estómago. De repente se sintió mal. Melvin no se abría fácilmente. Y tenía pocos amigos.
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