Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 512
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Capítulo 512:
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Gerard hizo lo que le dijo.
Kristian había pensado en descansar un rato, pero se dio cuenta de que Gerard seguía allí, claramente ocultando algo.
—¿Algo más? —preguntó.
—¿Sabe la Sra. Briggs lo que habéis hablado tú y su abuelo? —preguntó Gerard con cautela. Había visto a Freya dejar a Kristian, lo que le hacía pensar que quizá las cosas entre ellos ya no estaban tan tensas.
—No —respondió Kristian secamente, y añadió una advertencia—. Si te pregunta, no digas nada.
—¿Y si lo descubre por su cuenta? —preguntó Gerard.
—No lo hará —dijo Kristian con certeza.
Ella no confiaba en él. Era imposible que adivinara la verdad. Gerard vio lo seguro que estaba Kristian y asintió levemente antes de marcharse, cerrando la puerta con cuidado tras de sí.
En los últimos días, Gerard había notado sutiles cambios en Kristian. Seguía trabajando duro, seguía haciéndolo todo a la perfección, pero había algo en él que no encajaba.
Le preocupaba.
Pero, sinceramente, tenía que admitir que todo ese lío se lo había creado él mismo.
Si Kristian le hubiera hecho caso en su momento, si se hubiera entregado por completo a Freya en lugar de echarse atrás, quizá ahora tendrían un hijo.
Esa idea hizo suspirar a Gerard.
De vuelta en su escritorio, sonó su teléfono. Miró la pantalla y se quedó paralizado. ¡Era Freya!
Dudó, echando un vistazo hacia la puerta de la oficina, sin saber si debía contestar.
Tras una pausa, finalmente descolgó.
—Soy Freya. ¿Está Kristian contigo?
Freya se presentó rápidamente antes de que Gerard tuviera oportunidad de decir una palabra, sospechando claramente que Kristian podría estar al alcance del oído. Como asistente, Gerard estaba prácticamente pegado a Kristian, excepto durante las horas que pasaban durmiendo.
Recordando la advertencia que Kristian le había hecho antes, Gerard respondió:
«No. Está descansando en la habitación de al lado».
—¿De qué han hablado hoy Kristian y mi abuelo? —preguntó Freya sin rodeos.
Gerard se ajustó las gafas y se detuvo. —Quizá podrías preguntarlo de otra manera.
Ella siempre era tan directa. Y, sinceramente, eso le complicaba las cosas.
Freya parpadeó, confundida. ¿No era eso ya lo suficientemente vago?
—¿Qué me puedes decir entonces? —preguntó de nuevo, reformulando la pregunta.
—El señor Shaw me dijo que no dijera nada si tú sacabas el tema —respondió Gerard.
Sus palabras delataban a Kristian, pero su postura era clara—. Si realmente quieres saberlo, pregúntaselo tú misma.
—¿Tiene algo que ver conmigo? —insistió ella.
—No lo sé —respondió él con calma.
—¿Es una colaboración?
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