Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 485
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Capítulo 485:
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Kristian se quedó paralizado, con la mente a mil por hora.
¿Una llamada?
En ese momento, se dio cuenta de que Freya no era como los demás.
No necesitaba su protección ni su orientación. Ya se había encargado de todo mientras él estaba inconsciente. Para ella, ni siquiera importaba que él estuviera allí.
Liam se fijó en la extraña expresión de su hermano. —¿Qué pasa?
—Nada —murmuró Kristian, reprimiendo sus emociones—. Dile a mamá y a papá que mantengan ocupado al padre de Freya. Intenta traerlo a casa para charlar. Necesito hablar con Freya.
—Puede que no sea fácil —dijo Liam.
—¿Por qué?
—Cuando subí antes, el señor Briggs ya había terminado de hablar con ellos. Ahora está buscando a Freya.
A Kristian se le encogió el corazón.
Sintió un peso sordo e insoportable en el pecho, de esos que se hunden más con cada respiración.
No dijo ni una palabra y bajó las escaleras en silencio. Liam no le presionó para que le diera explicaciones, ni le ofreció ayuda. Si Kristian realmente necesitaba algo, sabía que se lo pediría.
—Kristian —le llamó, acelerando el paso para alcanzar a su hermano.
Los pensamientos de Kristian estaban completamente absortos en Freya.
—¿Qué pasa?
—Si sigues dando largas, Freya nunca volverá a ser tu cuñada —le recordó Liam con tono severo.
Kristian lo miró de reojo, sin impresionarse. ¿De verdad Liam creía que necesitaba sus consejos no solicitados?
—¿Necesitas que te ayude a recuperarla? —se ofreció Liam, con una sonrisa que delataba su diversión.
«Bueno, no puedo prometerte que se volverá a enamorar de ti, pero al menos puedo intentar que no te odie a muerte».
Kristian estaba aún menos impresionado. ¿Eso era lo que Liam consideraba ayuda?
No lo dudó. «No, gracias».
«¿Estás seguro?», insistió Liam.
Kristian no respondió. Simplemente aceleró el paso y se dirigió al vestíbulo de la planta baja.
Poco después de que se marcharan, una figura oscura apareció en la habitación que acababan de abandonar. Tras escudriñar la zona con mirada perspicaz, la persona sacó un teléfono y marcó un número.
Gracias a la diferencia horaria, era mediodía al otro lado del mundo. Cuando se conectó la llamada, la persona al otro lado de la línea habló con naturalidad.
—¿Cómo van las cosas?
—Todo según lo previsto.
—¿Alguna anomalía?
—Ninguna.
Con eso, la llamada terminó y la persona marcó otro número, esta vez el de Ashley en Alerith.
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