Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 471
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 471:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Dilo».
«¿Todavía quieres a Kristian?», preguntó Cyril, reuniendo todo su valor. Temiendo que ella no supiera a quién se refería, añadió rápidamente: «Me refiero a Kristian Shaw».
Freya parpadeó, sorprendida por la pregunta.
Justo cuando estaba a punto de responder, Kristian apareció e interrumpió: «¿Aún te niegas a rendirte?».
Cyril se sobresaltó. Se giró y se quedó rígido al ver a Kristian. ¿Qué demonios hacía él allí?
«¿No te dije que no le gustaban los chicos más jóvenes?», dijo Kristian con voz lenta y fría. «Técnicamente, eres unos meses más joven que ella».
—¿De verdad no te gustan los hombres más jóvenes? —Cyril seguía queriendo oírlo de boca de Freya.
Freya dudó. Si hubiera sido una confesión directa, habría rechazado educadamente.
Pero esta pregunta la pilló desprevenida. Tras una pausa, finalmente dijo:
—Que te guste alguien no tiene que ver con la edad ni con el aspecto. Tiene que ver con la comprensión.
La mirada gélida de Kristian se posó directamente en el rostro de Freya en el momento en que esas palabras salieron de sus labios, con una expresión de incredulidad indudable. —¿En serio?
Freya, siempre esteta, siempre había sentido un profundo aprecio por las personas guapas.
Y Kristian lo sabía mejor que nadie.
«¿Qué hay que dudar? ¿No has oído el dicho?», preguntó ella, con voz indiferente, mientras sus ojos se desviaban lentamente hacia él.
Kristian no dijo nada. Se limitó a mirarla, como preparándose para cualquier razonamiento retorcido que ella estuviera a punto de lanzarle.
«La belleza está en los ojos del que mira», dijo Freya con sencillez, y sus rasgos se suavizaron hasta adquirir un aire sincero.
«Mientras me guste alguien, lo encontraré atractivo sin importar su aspecto».
«¿De verdad crees eso?», preguntó Kristian, arrastrando las palabras con tranquilo escepticismo.
Freya lo miró a los ojos y respondió sin vacilar. «¿Por qué no iba a creer en mis propias palabras?».
Con esa sola frase, algo cambió entre ellos, algo extraño, tenso e indefinido.
Un recuerdo pasó por la mente de Kristian: Freya le había preguntado una vez: «¿No crees nada de lo que te digo?».
—¿Podemos intercambiar nuestros datos? —preguntó Cyril entonces, armándose de valor, todavía visiblemente incómodo en presencia de Kristian—. Para que podamos seguir en contacto cuando volvamos a Alerith.
—Claro —dijo Freya, buscando ya su teléfono en el bolso.
Kristian se interpuso silenciosamente entre ellos, colocándose justo delante de Cyril. —Eaton te llama. ¿No deberías ir?
Cyril parpadeó, confundido. Giró la cabeza por instinto, pero no vio a nadie.
—Eaton no me ha llamado… —comenzó a decir, pero Kristian ya se había llevado a Freya.
Entonces Cyril se dio cuenta: Kristian no solo estaba siendo protector. Kristian realmente no quería que se acercara a Freya.
Kristian tomó la mano de Freya abiertamente y la guió a través del vestíbulo del hotel hasta un pasillo lateral tranquilo, alejado de la multitud.
.
.
.