Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 470
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Capítulo 470:
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Freya lo miró de arriba abajo. «Como quieras».
No creía que él pudiera hacer nada si ella decidía quedarse callada. Se acomodó en un rincón menos concurrido, sin esperar que él mantuviera la mirada fija en ella todo el tiempo.
Pasaron diez minutos y Freya finalmente se volvió hacia él, con voz seca. «¿Puedes dejar de mirarme así?».
«Si no quieres que te moleste un pretendiente, al menos háblame como una persona normal». Los ojos de Kristian estaban oscuros, lo que hacía difícil interpretar su estado de ánimo.
Freya se levantó, con la intención de buscar otro asiento.
Kristian habló primero. «Cyril Clarkson está interesado en ti. Si te alejas de mí, vendrá corriendo en un santiamén».
««¿En serio?», preguntó Freya.
«Sí». La voz de Kristian tenía un tono grave y firme.
«Entonces, ¿por qué debería quedarme contigo?». Sus palabras lo hicieron detenerse. «¿No es mucho más agradable estar con alguien que realmente me gusta, en lugar de con mi exmarido?».
La expresión de Kristian se ensombreció al instante. «¡Freya!».
—Adelante —respondió Freya con frialdad—. Levanta la voz. Que lo oigan todos, especialmente tus padres. Que vean lo bien que me cuidas.
No se contuvo en el sarcasmo, enfatizando la frase «cuidas» como un golpe seco.
La ira de Kristian estalló en ese mismo instante.
Pero Freya no le dirigió ni una mirada más.
Se alejó y buscó un lugar lejos de él.
Cyril había estado observando a Freya desde que llegó. Verla con Kristian había despertado algo desagradable en él.
En un principio, había pensado quedarse con sus amigos para distraerse.
Pero entonces se fijó en Kristian y Freya, sentados separados. Y era Freya quien se había alejado.
En ese momento, intuyó que era su oportunidad. Sin dudarlo, enderezó la postura y se dirigió hacia ella, sin importarle la presencia de Kristian.
Kristian seguía furioso, pero por el rabillo del ojo vio a Cyril acercarse y sentarse junto a Freya.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Cyril necesitaba que le dieran una lección.
—¡Freya! —la saludó Cyril con una sonrisa alegre y los ojos llenos de entusiasmo.
—¿Te importa si me siento aquí?
—Adelante —Freya dudó un momento al verlo llegar, pero accedió. No solía sumergirse en el móvil cuando tenía un momento libre. En cambio, de vez en cuando miraba hacia Hugh para ver cómo estaba.
Cyril se sentó a su lado, un poco tenso, sin saber si debía decir lo que pensaba.
Al cabo de un rato, Freya se dio cuenta de su incomodidad.
No podía ignorar a una persona viva y que respiraba sentada justo a su lado. Al verlo dudar una y otra vez, finalmente le preguntó: «¿Pasa algo?».
«Sí. Más o menos». Cyril tartamudeó.
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