Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 461
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Capítulo 461:
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¿De verdad no tenía ni idea de por qué?
Los ojos de Kristian se oscurecieron considerablemente. —Si sigues preocupada por mi interés en tu riqueza, podríamos hacer un acuerdo prenupcial. Si tu vacilación se debe a que me divorcié de ti por Ashley, entonces quizá deberías volver a casarte conmigo y utilizar mis recursos económicos para expresar tu enfado.
—El dinero es lo último que me falta —respondió Freya con franqueza desenfrenada.
Kristian se quedó en silencio durante unos instantes.
En ese breve intervalo, deseó sinceramente que ella siguiera siendo la mujer corriente que parecía ser al principio. Él podría haberla mantenido, haberle ofrecido ayuda cuando la necesitara. Pero a la Freya actual no le faltaba nada.
«No todo el mundo es tan ingenuo como tú», no pudo resistirse a comentar Freya. «Yo evito repetir los errores del pasado y no tengo ningún deseo de retomar relaciones anteriores».
—¿De verdad sientes tanto rechazo por mí? —Kristian mostró una visible agitación ante sus palabras.
—Sí —respondió Freya sin dudar.
—Qué pena. —Los ojos de Kristian revelaron una emoción que antes no había en ellos, y su voz se hizo notablemente más grave—. Cuanto más desdeñosa te muestras, más me fascinas.
Freya lanzó una mirada afilada a Kristian.
Tenía muchas ganas de responderle con dureza, pero al final se mordió la lengua y se volvió hacia la ventana, excluyéndolo por completo como si hubiera accionado un interruptor mental. El trayecto continuó en un silencio pesado y opresivo.
Kristian se detuvo frente al hotel donde ella se alojaba.
Freya salió del coche con rápida determinación, sin mirarlo ni una sola vez mientras se dirigía hacia la entrada.
Kristian se quedó un momento, observándola hasta que desapareció dentro del edificio, antes de marcharse finalmente. Regresó al banquete de cumpleaños de Lionel.
En cuanto entró en el vestíbulo del hotel, vio a Cyril recostado en la misma silla de antes.
Al verlo, Cyril se levantó inmediatamente y se acercó, mirando detrás de Kristian, buscando a Freya. Al no verla, preguntó: «Kristian, ¿dónde está Freya? ¿No ha vuelto contigo?».
Kristian se detuvo en seco, con el rostro ensombrecido como si se avecinara una tormenta.
Cyril se sintió incómodo, inquieto por la intensidad de esa mirada. —¿Qué pasa?
—¿Te gusta? —preguntó Kristian, cuya altura aumentaba la presión de su presencia, que resultaba tan sofocante como intensa.
Cyril se rascó la cabeza con torpeza, como un niño al que han pillado enamorado en el patio del colegio. —Bueno… sí, un poco. Es guapa, dulce y tiene… un gran carisma.
Kristian pasó los dedos por el borde de su teléfono, irradiando tensión.
«¿Sabes siquiera quién es?». Bajó la voz, fría y tensa, con la frustración enredándose en su pecho. Cyril parpadeó, confundido. «¿Eh?».
«Es mi exmujer». Las palabras cortaron el aire, con un tono amenazante: Freya no estaba disponible.
Pero Cyril, siendo como era, rara vez captaba los mensajes sutiles o los matices pesados.
Al oír eso, respondió sin perder el ritmo: «No te preocupes, la trataré bien».
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