Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 460
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Capítulo 460:
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La mención del nombre de Kristian despertó los instintos paternos de Hugh. ¿Por qué estaba Freya con Kristian?
Quería preguntárselo, pero confiando en el criterio de Freya, se limitó a decir: «Avísame cuando llegues. Estaré esperando».
«Por supuesto», respondió Freya.
Tras colgar, se dispuso a preguntarle a Kristian por su partida, pero se encontró con que él la observaba atentamente.
Ella lo miró sin vacilar y le preguntó: «¿Volvemos al hotel o tienes algo más que hacer?». Si él tenía otros compromisos, ella se iría sola.
Sin embargo, conseguir transporte desde la finca Shaw era todo un reto; tendría que caminar bastante para encontrar un taxi.
«¿Era tu padre quien llamaba?», rompió el silencio la resonante voz de Kristian.
Freya lo miró sin decir nada.
—Vamos —dijo Kristian, guiándola hacia el vehículo. Una vez dentro, le preguntó—: ¿En qué hotel se alojan tu padre y tú? Te llevaré allí. Me encantaría conocerlo.
—Kristian —comenzó Freya, sintiéndose obligada a establecer límites.
Kristian se volvió hacia ella. —¿Sí?
—Estamos divorciados. Por favor, mantén la distancia con mi familia. Freya valoraba enormemente su privacidad.
Kristian la miró fijamente. —¿Has malinterpretado algo?
Freya frunció el ceño, confundida.
—Solo quería saludar a tu padre. No tengo ninguna otra intención —explicó Kristian con notable compostura, con una expresión convincentemente sincera.
Freya apretó los dientes, sintiendo una tentación genuina de golpearlo. ¿De verdad creía que se tragaría sus palabras?
Consideró la posibilidad de entrar en una discusión, pero finalmente decidió no hacerlo. Ignorarlo sería la venganza más eficaz.
Según su valoración, Kristian había esperado al menos alguna reacción por parte de Freya, tal vez incluso una réplica mordaz.
Desde su encuentro ese mismo día, ella apenas había cruzado una palabra con él. Si esta pauta se mantenía, sus perspectivas de reconciliación serían nulas.
Anhelaba interactuar con ella, ya fuera mediante una conversación trivial o incluso una discusión acalorada. Simplemente quería ocupar un lugar en sus pensamientos.
«
—Freya —se atrevió a decir.
Freya, mirando distraídamente por la ventana, respondió con indiferencia: —¿Qué?
—¿Por qué ocultaste tus orígenes familiares cuando nos casamos? —preguntó Kristian, aún perplejo por esa decisión.
Reacia a entablar una conversación significativa, Freya desvió la atención: —Porque temía que me desearas por mi riqueza.
Kristian se quedó momentáneamente sin palabras.
Insistió: «Entonces, ¿por qué te niegas a volver a casarte conmigo ahora?».
«¿Me preguntas por qué?», Freya sintió cómo la irritación crecía con solo pensarlo.
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