Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 46
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Capítulo 46:
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Dentro del coche, el aire se volvió denso. Gerard carraspeó. —Señor, ¿de verdad no va a detenerla?
Kristian apretó la mandíbula. —¿Por qué iba a hacerlo?
—Porque una vez que salga por esa puerta —dijo Gerard con cautela—, no volverá.
Años de lealtad le obligaban a hablar con claridad, aunque ello supusiera arriesgarse a la ira de Kristian.
—Sé tu lugar —espetó Kristian.
Sin embargo, su mirada se desvió hacia Freya, serena, eficiente, totalmente imperturbable. Algo afilado se retorció en su pecho.
Antes de que pudiera analizar ese sentimiento, abrió la puerta del coche y la siguió.
Freya, sorprendida de que los de la mudanza hubieran llegado antes de tiempo, les explicó: —Tendré todo empaquetado en media hora. Siento haberles hecho esperar.
—No hay problema —respondió uno de ellos cortésmente.
Dándose la vuelta, se dirigió hacia la casa, solo para encontrar a Kristian de pie en su camino.
—¿Te vas? —Su voz era plana, pero sus ojos la quemaban.
—Obviamente.
—¿Por qué ahora?
Ella parpadeó. —¿Por qué no ahora?
—El divorcio no se hará efectivo hasta dentro de treinta días. Él cruzó los brazos, imagen de la racionalidad desapegada. —Podrías quedarte.
—Prefiero no hacerlo. —Ella lo esquivó—. Ya he encontrado un nuevo lugar. No tiene sentido alargar esto.
Kristian abrió la boca, pero luego la cerró. ¿Qué podía decir? ¿Que se quedara?
¿Que esperara? Las palabras se convirtieron en ceniza en su lengua.
Freya no se entretuvo. Cada segundo en esa villa la ahogaba.
Fiel a su palabra, treinta minutos más tarde, los muderos se llevaron su vida en cajas de cartón y maletas de cuero. Trabajaban con eficiencia, sacando sus pertenencias una por una.
Gerard se ajustó las gafas y murmuró: —Señor, se va de verdad.
Kristian soltó una risa estridente. —Tengo ojos.
—No tendrá otra oportunidad.
Silencio.
—¿De verdad puede vivir con eso? —insistió Gerard.
En lugar de responder, Kristian cambió de tema, aflojando el nudo que tenía en el pecho. —¿Cómo va lo de Ashley? ¿Se ha confirmado el motivo del sospechoso? ¿Ha llegado la policía a alguna conclusión?
Gerard frunció los labios.
—Si aún no se ha resuelto, céntrate en eso —añadió Kristian, con tono seco, como si quisiera cerrar cualquier posibilidad de seguir hablando.
—Señor —dijo Gerard.
—Habla —respondió Kristian.
Gerard dudó, pero luego, en un momento inusual, ignoró las señales de advertencia que parpadeaban en su mente. —Tengo una pregunta.
Kristian lo miró, indicándole que continuara.
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