Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 451
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 451:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Así eran los mayores. Aunque dijeran que no hacía falta ningún regalo, ¿aparecer con un regalo? Era lo mejor que les podía pasar. Lionel abrió la caja y…
No pudo contener la sonrisa que se dibujó en su rostro. Dentro había un juego de ajedrez muy raro.
Cada pieza estaba hecha de ágata, ámbar y piedras preciosas, diseñadas con métodos minuciosos y difíciles de conseguir.
Innumerables coleccionistas lo habían deseado durante mucho tiempo, pero siempre había estado fuera de su alcance.
—Freya, ¿dónde has encontrado esto? —Lionel examinó las piezas con alegría.
—Llevaba mucho tiempo buscando este juego y nunca había podido encontrarlo.
Freya le dedicó una cálida sonrisa. —Me alegro de que te guste.
—¡Vamos! —Lionel estaba prácticamente eufórico—. Juega una partida conmigo.
—Vale. —Freya nunca decía que no a las peticiones de Lionel.
Kristian se quedó callado, observando desde un lado mientras Freya se preparaba para jugar. Su mano derecha se movía con elegante soltura, y sus dedos delgados deslizaban cada pieza por el tablero con silenciosa concentración.
Solo verla era un placer.
A mitad de la partida, Lionel finalmente se acordó de la presencia de su nieto. Después de colocar una pieza, habló. —Freya, ¿qué te parece Kristian?
Freya instintivamente miró en su dirección.
Lo había visto en cuanto entró en el patio trasero.
Ese traje informal de color claro lo hacía destacar más de lo habitual.
Después de una rápida mirada, apartó la vista.
Se conocía demasiado bien.
—¿A qué te refieres? —Apartó la mirada de su rostro y realizó su siguiente movimiento.
Lionel cogió una pieza de ajedrez y habló con su tono relajado habitual. «Su aspecto».
«Es encantador», respondió Freya con sinceridad. Mentir no era lo suyo.
Kristian era guapo, especialmente así, vestido de manera informal. Sin el traje, perdía ese aire intimidante de hombre de negocios y parecía mucho más accesible.
«¿Considerarías mantenerlo cerca solo para mirarlo?», se rió Lionel. «Como un regalo para la vista. Algo bonito para exhibir».
Freya no respondió.
Kristian sintió la necesidad de intervenir. —Abuelo, soy una persona.
—¿Y qué? —resopló Lionel—. Eso no significa que una persona no pueda ser un adorno. Aun así, aunque tú quisieras serlo, eso no significa que ella te quisiera a su lado. ¿No es así, Freya?
Kristian se volvió hacia ella y la miró a los ojos sin vacilar.
Freya se mantuvo serena y tranquila. —Lionel, te toca.
—Haz tu jugada —murmuró Kristian, con voz apenas audible pero perfectamente serena.
Lionel le lanzó una mirada fulminante. ¡Ese hombre no tenía ni idea de cómo elegir el momento oportuno!
Siempre fallaba a la hora de reconocer los momentos oportunos, no era de extrañar que su vida sentimental fuera un desastre.
Kristian interpretó la mirada y, sabiamente, se retiró. Se fijó en que el mayordomo estaba cerca, reacio a interrumpir la partida, así que se levantó y se acercó a él.
Al saber que los refrescos estaban listos, Kristian se escabulló a la cocina y regresó unos instantes después con una variedad de zumos de colores que colocó con cuidado junto a cada jugador.
—Zumos —anunció simplemente.
—Gracias, señor Shaw —respondió Freya con deliberada formalidad, dirigiéndose a él como si fueran completos desconocidos.
.
.
.