Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 444
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 444:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«He terminado de jugar», murmuró Lionel, con el ánimo completamente decaído por la persistente evasividad de Kristian. «Sigue con tus juegos si quieres. Cuando Freya finalmente elija a otra persona, no tendrás más que remordimientos».
Kristian permaneció en silencio y se limitó a preparar una taza de café y ofrecérsela a su abuelo.
Su actitud tranquila no hizo más que intensificar los sentimientos contradictorios de afecto e irritación de Lionel. Por muy duramente que lo reprendiera, Kristian nunca mostraba ira y siempre encontraba la manera de apaciguarlo.
—¿Qué pensamientos ocupan realmente tu mente? —preguntó finalmente Lionel, rindiéndose a sus sentimientos encontrados.
Kristian mantuvo cuidadosamente ocultas sus reflexiones internas. —Nada en particular.
Lionel casi se atraganta con el café.
Examinó la expresión serena de Kristian durante un largo momento antes de abandonar por completo sus esfuerzos. —Vete de mi presencia. No puedo soportar verte más.
Kristian aceptó el despido sin protestar y se marchó como se le había ordenado.
Liam se quedó en otro lugar, así que Kristian decidió verificar los preparativos del banquete en el hotel.
Aunque era probable que su padre lo hubiera gestionado todo de forma competente, confirmar los detalles evitaría cualquier complicación inesperada.
En el hotel, Isaac se disponía a marcharse justo cuando Kristian llegaba. Al verlo, Isaac lo saludó con una sonrisa cómplice. —¿Te ha desterrado tu abuelo? Kristian se quedó sin palabras.
Isaac le puso una mano tranquilizadora en el hombro. —Con el tiempo te acostumbrarás.
«Tú sufriste un desagrado similar en tu juventud», replicó Kristian.
Cada vez que se encontraban, sus intercambios estaban llenos de pullas juguetonas, y Kristian siempre salía derrotado. Esta ocasión no fue diferente.
«Puede que yo haya sufrido su desaprobación, pero al menos le di un nieto», comentó Isaac con suavidad, con un tono que denotaba la astucia de un zorro experimentado. «¿Qué has aportado tú?».
Kristian respondió: «Sin mi ayuda, te habría costado mucho más tiempo ganarte el cariño de mamá».
«Te agradezco tu ayuda, Kristian», respondió Isaac con una sonrisa despreocupada.
Kristian se vio incapaz de formular una respuesta.
El intercambio le pareció tan inútil como intentar golpear una almohada.
—Durante tu infancia, demostraste cualidades muy entrañables y un talento natural para la persuasión —observó Isaac, evaluándolo pensativamente—. Si tu objetivo es recuperar el afecto de Freya, quizá volver a utilizar esas tácticas infantiles podría resultar eficaz.
—Infantil —respondió Kristian lacónicamente.
Los recuerdos le provocaban vergüenza.
Cada vez que recordaba cómo se había comportado de forma adorable para persuadir a Lionel de que dejara de regañar a Isaac, sentía un profundo malestar.
Los labios de Isaac esbozaron una sutil sonrisa. —Has madurado y has perdido tus cualidades encantadoras. Si hubiera previsto este desarrollo, te habría dado muchos dulces para preservar tu dulzura.
Kristian puso los ojos en blanco en secreto.
—Este lugar ahora es responsabilidad tuya —declaró Isaac, profundizando su sonrisa—. Me voy a pasar un rato con mi esposa.
Kristian frunció ligeramente el ceño. Incluso a su edad, Isaac no podía resistirse a mostrar su devoción romántica.
A pesar de que le resultaba algo irritante, Kristian no podía negar la tranquilidad que le proporcionaba.
.
.
.