Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 434
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Capítulo 434:
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¿De verdad Kristian lo estaba ignorando a propósito? ¿De verdad no veía lo diferente que estaba ahora respecto a la noche anterior? En serio, ¿cómo conseguía Kristian mantener la calma así?
A medida que pasaban los minutos, la inquietud de Alan aumentaba, lo que le llevó a examinar la decoración del salón. La austera paleta de colores en blanco, negro y gris hacía que el espacio pareciera frío e impersonal, más como una sala de exposición de muebles meticulosamente seleccionados que como un hogar.
Era difícil creer que alguien viviera allí; el espacio parecía vacío y desprovisto de alma.
Su mirada vagó por la habitación, escudriñando cada rincón en busca de algo que le resultara familiar. Pero cuanto más tiempo permanecía allí, más fuera de lugar se sentía, como si hubiera entrado por primera vez.
Tras varios minutos deambulando y sintiéndose incómodo, Alan pensó en ir a ver cómo iba Freya. Sin embargo, al darse la vuelta para marcharse, sus ojos se posaron en algo inquietante: una cámara de seguridad, con su lente omnipresente y sin pestañear.
Su corazón dio un vuelco.
La cámara podría haber capturado cada momento de la noche anterior.
Justo cuando empezaba a calmarse, una nueva oleada de ansiedad invadió a Alan: ¿cómo iba a pedirle a Kristian que borrara las imágenes?
La ansiedad se retorció en el pecho de Alan, pero el estudio permaneció sereno, ajeno a su caos interior.
Para él, las cámaras se alzaban como centinelas amenazantes, mientras que Kristian las miraba con indiferencia.
Para Kristian, no eran más que observadores silenciosos, innecesarios a menos que un allanamiento rompiera la paz.
A las diez en punto, Freya había restaurado meticulosamente todos los datos de Kristian.
Al ver sus registros de chat impecables, sintió una oleada de alivio. —Gracias —murmuró, con una rara suavidad que se apagó rápidamente en su rostro, normalmente severo.
—No es nada —respondió Freya con una reverencia cortés. Dudó, pensando en la reciente confusión de Alan.
«Alan es muy sensible. Te pido disculpas por su comportamiento de anoche».
La expresión de Kristian se suavizó aún más y una cálida sonrisa se dibujó en su rostro reservado. «No pasa nada. No te preocupes», le aseguró con tono ligero.
Freya apartó la mirada, sintiéndose atraída por su discreto encanto. Su encanto era peligroso: cuando no estaba envuelto en su habitual indiferencia fría, se volvía casi irresistiblemente magnético. Desbloqueó el teléfono y levantó la vista. —Yo pagaré los daños. Solo dime cuánto es.
—143 —respondió Kristian con suavidad, con una voz grave y aterciopelada que le hizo saltar el corazón.
Freya se quedó paralizada, con la mente en blanco y la boca incapaz de articular palabra.
Sus ojos se posaron en el teléfono. —No puede ser. Solo el teléfono cuesta mucho más que eso.
Kristian esbozó una sonrisa burlona. —Entonces que sean 999 dólares.
—¡Kristian! —dijo Freya con un suspiro, tratando claramente de mantener la paciencia.
—¿Hmm? —La profunda voz de Kristian retumbó, su rostro cincelado con una expresión seria.
Freya se vio sorprendida por su sutil coqueteo.
Distraída, dejó el teléfono a un lado y lo miró a los ojos. —¿Estás seguro de que los daños solo son 999 dólares? —preguntó, frunciendo el ceño con escepticismo.
—Sí —respondió Kristian, con tono tranquilo y sereno.
—Está bien —concedió Freya, aunque su mente estaba todo menos tranquila.
A pesar de todo, la sola presencia de Kristian satisfacía sus intensos deseos estéticos: esos ojos profundos, esas manos esculpidas, esos trajes a medida, esas camisas impecables y esas piernas largas y elegantes.
En esencia, su encanto era incomparable, eclipsando incluso a las celebridades más famosas en el centro de atención.
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