Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 406
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Capítulo 406:
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Freya dudó antes de enviarle la dirección.
No quería que se enterara, no quería lidiar con su temperamento. Él había discutido con ella sin cesar sobre asuntos del pasado y, si se enteraba de que planeaba ir de incógnito, se pondría furioso. Pero ahora que lo sabía, no había vuelta atrás.
Una vez que Kristian tuvo la dirección, una extraña calma se apoderó de él. Dejó el teléfono a un lado y reanudó la conversación con Ashley.
Ashley le contó todo lo que le había dicho a Freya, con la voz cargada por el peso de la verdad.
Cuando terminó la conversación, Ashley se puso de pie, hizo una profunda reverencia y se disculpó con sinceridad. —Lo siento.
—Le debes una disculpa a Freya, no a mí —dijo Kristian, con emociones profundas y difíciles de definir. No esperaba que la verdad fuera tan complicada. «Si me hubieras contado tus dificultades en aquel entonces, te habría ayudado».
Ashley había dejado atrás el pasado hacía mucho tiempo. «Eso es exactamente lo que me dijo Freya».
Kristian se detuvo, con la mente acelerada de repente.
«Freya es realmente extraordinaria», añadió Ashley, y sus palabras rompieron la tensión que se había creado en la habitación. «No puedes dejar que se te escape».
Sus palabras resonaron en la mente de Kristian, haciéndole reflexionar sobre muchas cosas: la terquedad que había nublado su juicio, los malentendidos entre él y Freya, sus interminables discusiones. En aquel entonces, cuando Freya insistía en que era él quien había cambiado, él pensaba que solo estaba poniendo excusas. Pero ahora se daba cuenta de la verdad: él había sido el tonto todo el tiempo.
Una vez terminada la conversación, Ashley se dispuso a marcharse. Kristian le dio una excusa y le indicó cómo informar a aquel hombre. Observó su figura mientras se alejaba, con tono frío. —Si vuelves a hacer daño a Freya, me encargaré personalmente de que acabes en la cárcel.
—Entendido —respondió Ashley, sintiendo cómo se le quitaba un peso de encima. Por primera vez en lo que le pareció una eternidad, podía respirar con más tranquilidad.
La culpa y la ansiedad habían sido sus compañeras constantes, atormentándola hasta altas horas de la noche. Pero ahora, tras este enfrentamiento, sentía un tranquilo alivio.
Para no estropear los planes de Freya, Kristian accedió a seguirle el juego a Ashley, montando una escena en la que parecía que la habían echado del edificio del Grupo Shaw.
Echó un vistazo a la dirección que le había enviado Freya y, tras un momento de reflexión, se puso en marcha.
Cuando Freya y Kristian se encontraron por fin, ya era mediodía. Para mantener su conversación en privado, Freya había elegido un lugar apartado.
En cuanto se sentaron, Kristian no perdió tiempo y recordó las palabras de Ashley. —Ashley mencionó que planeas infiltrarte cerca de esa persona.
—Sí —respondió Freya.
—¿No sería mejor informar a las autoridades? —preguntó Kristian, con un tono de preocupación en la voz.
—No funcionará —respondió Freya, plenamente consciente de la identidad y la naturaleza del hombre—. No volverá al país a menos que sea absolutamente necesario.
Kristian frunció el ceño instintivamente. Freya sacó una foto de su teléfono y se la entregó. —¿Reconoces a este hombre?
El hombre de la foto era el que manipulaba a Ashley, la persona a la que Freya estaba decidida a enfrentarse.
Kristian estudió la imagen, entrecerrando los ojos mientras reflexionaba. Después de unos momentos, negó con la cabeza. —No lo conozco.
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