Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 402
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Capítulo 402:
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Al oír la pregunta, Ashley se giró rápidamente hacia la barra de la cafetería y pidió un bolígrafo y papel. Una vez que se lo entregaron, se sentó y empezó a dibujar delante de Freya.
A pesar de todo el tiempo que había pasado con él, nunca le había hecho una foto, nunca se había atrevido. Solo pensarlo le parecía demasiado arriesgado.
Pero su rostro estaba grabado en su memoria, como una marca que nunca podría borrar.
Tras diez tensos minutos, un boceto tosco pero reconocible comenzó a tomar forma bajo el lápiz de Ashley.
Freya entrecerró los ojos y una sombra cruzó su rostro mientras miraba fijamente el rostro tan familiar del papel. Su expresión se volvió gélida. Levantó un dedo y señaló el boceto justo entre las cejas del hombre. —¿Tiene una cicatriz aquí? ¿De unos tres centímetros de largo?
La mano de Ashley se detuvo en el aire, con el lápiz suspendido justo sobre el papel. Sus ojos se abrieron con sorpresa y sus pupilas se encogieron. «¿Cómo… cómo es posible que sepas eso?
La expresión de Freya cambió en un instante, fría y seria, como si le hubieran cambiado el chip.
Sin decir una palabra, desbloqueó su teléfono, deslizó el dedo por varias pantallas y abrió una foto oculta. Giró la pantalla hacia Ashley. «¿Es él?».
Ashley se quedó sin aliento. Sus ojos se fijaron en la imagen: su rostro, tan familiar que podría perseguirla en sus sueños. Abrió ligeramente los labios. «Sí».
Una tormenta de preguntas surgió en su interior. ¿Por qué tenía Freya esa foto? ¿Cómo sabía quién era él? Nada de esto tenía sentido.
Antes de que Ashley pudiera volver a hablar, Freya la interrumpió con una pregunta que salió de la nada. «¿Quieres una vida normal?».
Ashley parpadeó, todavía luchando por procesar todo. «¿Qué?», murmuró, completamente desconcertada.
—Vuelve con él. Dile que no puedes estar cerca de Kristian y sugiérele que yo ocupe tu lugar. Las palabras de Freya la golpearon como una bofetada fría, sacando a Ashley de su aturdimiento. El aire a su alrededor pareció cambiar, cargado de una energía nueva e inquietante.
—¿Te… das cuenta del peso de tus palabras? —tartamudeó Ashley, con la voz temblorosa por una mezcla de miedo e incredulidad.
—Sí.
—Puede que sea cautivador, pero no se parece en nada a Kristian —insistió Ashley, con un tono desesperado en la voz, aprovechando la conocida debilidad de Freya por los hombres encantadores—. Tú…
—¿No anhelas vivir en paz con tu abuela y tu hermano pequeño? —Los ojos de Freya eran penetrantes, su mirada láser, cortando profundamente el alma de Ashley.
Por supuesto que Ashley lo deseaba. ¿Cómo no iba a anhelar ese tipo de vida? Se aferró a ese pensamiento, repitiéndolo como una oración silenciosa en su cabeza. Sin embargo, desear la paz y…
Poner a Freya en peligro y aceptar el peso de las consecuencias eran cosas totalmente diferentes. Ashley conocía el dolor de los errores del pasado: sus acciones la última vez casi habían causado un daño irreparable. No podía permitir que la historia se repitiera con los mismos graves errores.
—Si eso es lo que realmente quieres —dijo Freya, con tono firme pero decidido—. Entonces escúchame. Haz exactamente lo que te digo. Solo tienes una oportunidad.
Ashley se vio envuelta en una feroz batalla interior. Dividida entre el encanto de una vida tranquila y el peso de su propia conciencia.
Una sonrisa irónica se dibujó en sus labios. No se le escapaba la ironía: era ridículo que alguien como ella tuviera conciencia.
Las palabras de Freya en su último y perturbador encuentro resonaban en la mente de Ashley:
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